¿Cuántas libros no han perdido su relevancia con el paso del tiempo? ¿Cuántos escritos no han quedado obsoletos? Es imposible estimar la cantidad de letras que han sido escritas en una determinada época y que, con el avance de la historia, lo que comunicaban deja de tener valor.
Estos escritos de san Cirilo de Alejandría, del sigo V, son totalmente lo contrario. Sus oraciones y homilías siguen enseñándonos a los católicos del mundo sin importar que nuestros contextos sean abismalmente diferentes.
Una de esas bellas piezas que han llegado hasta nuestros días es esta oración para agradecer a María por la Eucaristía:
Oración
¡Oh Santísima Señora, Theotokos, luz de mi pobre alma, mi esperanza,
mi protección, mi refugio, mi consuelo, y mi alegría!
Te agradezco por haberme permitido participar
del purísimo cuerpo y de la purísima sangre de tu Hijo.
Ilumina los ojos de mi corazón, o Bendita Virgen,
que llevaste la fuente de la inmortalidad.
O tiernísima y amorosa Madre del Dios misericordioso; ten misericordia de mi
y concédeme un corazón arrepentido y contrito con humildad de mente.
Guarda mis pensamientos de que se pierdan en toda clase de distracciones,
y hazme siempre digno, hasta mi último aliento,
de recibir los purísimos misterios de Cristo para la sanación
de mi alma y cuerpo.
Dame lágrimas de arrepentimiento y de agradecimiento
para que yo pueda cantarte
y alabarte todos los días de mi vida,
porque tú eres siempre bendita y alabada.
Amén