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Con motivo de la Misa del Jueves Santo, que conmemora la última cena de Jesús, el Papa Francisco visitó en la tarde del 28 de marzo de 2024 la sección femenina de la cárcel de Rebibbia, en Roma. Repitiendo el gesto de Cristo, que lavó los pies a sus discípulos al comienzo de la Última Cena, el pontífice de 87 años lavó y besó los pies de doce reclusas.
Pocas semanas después de su elección en 2013, el Papa Francisco sorprendió a muchos celebrando la Misa del Jueves Santo en una cárcel de menores, una práctica que había adoptado cuando era arzobispo de Buenos Aires. Repitió a menudo este gesto en los años siguientes, visitando otras cárceles, incluida la prisión de Rebibbia en 2015.
Nueve años después, decidió volver a esta prisión. Celebró la Misa de la Cena del Señor en el patio de la sección femenina ante casi 200 personas, un acontecimiento que fue retransmitido excepcionalmente en directo por los medios de comunicación vaticanos.
A la celebración asistieron reclusos, personal administrativo, guardias y voluntarios que trabajan en la prisión, incluidos sacerdotes y monjas. Fue presidida por el Papa, pero, como viene ocurriendo a menudo en los últimos meses debido a su movilidad reducida, la plegaria eucarística fue pronunciada por un tercero: en esta ocasión, el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas, monseñor Diego Ravelli.
"El Señor no se cansa de perdonar"
"Todos tenemos pequeños y grandes fracasos, y cada uno de nosotros tiene su propia historia", dijo el Pontífice en una breve homilía improvisada, "pero el Señor siempre nos espera con los brazos abiertos y nunca se cansa de perdonar". Exhortó a todos a descubrir su "vocación de servicio".
A pesar de su silla de ruedas, el Papa Francisco pudo proceder al tradicional lavatorio de pies gracias a la instalación de una pequeña plataforma en la que se sentaron los doce presos elegidos. Tras verter agua sobre los pies de los doce presos, los secó con una toalla antes de besarlos, provocando lágrimas de emoción en los ojos de algunos de los reclusos.
Rosarios y huevos de Pascua
"Su presencia es un rayo de sol para cada uno de ellos", dijo al Papa Nadia Fontana, directora de la prisión, al final de la Misa. Los reclusos obsequiaron al Papa con una cesta de fruta y verdura cultivada en el huerto de la cárcel, así como con un rosario y dos estolas confeccionadas por algunos de ellos.
A continuación, el Papa Francisco obsequió a los 360 reclusos de la prisión con un cuadro de la Virgen María y el Niño y un gran huevo de Pascua. A continuación, regaló otro huevo de chocolate a un niño de tres años que vive con su madre encarcelada en la prisión. Antes de marcharse, el Pontífice saludó a muchos reclusos y al personal de la prisión, ofreciéndoles rosarios.
Mañana, 29 de marzo, el Papa Francisco celebrará el Oficio de la Pasión en la Basílica de San Pedro, antes de dirigirse al Coliseo a las 21:15 horas (Roma) para la celebración del Vía Crucis.
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