Durante el tiempo de Cuaresma, nos preparamos con oración, ayuno y limosna, para dar pie a la semana más importante de la Iglesia: la Semana Santa -también conocida litúrgicamente como la Semana Mayor-, y de ahí pasamos al momento triunfal que es la Pascua de Resurrección.
Como sabemos, la Semana Santa inició con la Misa de Domingo de Ramos, misma que, nos invitó a celebrar con Jesús su entrada triunfal a Jerusalén. (Marcos 11, 1-11)
Para posteriormente, acompañarlo a Él y a María durante el Triduo Pascual, que son los días donde experimentamos la profunda crueldad y soledad que vivió Jesús, días de recogimiento, de reflexión, oración y de desapegos hacia lo mundano, hacia aquello que nos aleja de aquel a quien hemos crucificado.
Las Tinieblas no pudieron vencerle
¡La tumba está vacía! y no hay cabida para la tristeza de las tinieblas, ya que no pudieron contra Él.
Ha llegado el momento de gozo y cantamos con gran júbilo gloria a Cristo, porque la espera ha terminado y Él ha cumplido su promesa. Aunque para muchos, la historia es totalmente diferente…
Algunos se han quedado en la oscuridad de las tinieblas, muchos siguen atados a sus vicios, a sus apegos, no quieren ser hombres nuevos con Cristo, siguen en estado de tristeza y lamento como si aún fuera Viernes Santo y vagaran en las tinieblas.
Entonces… ¿Vives en la oscuridad o en la luz?
Esta es la pregunta que deberíamos hacernos cada mañana y así vivir con propósito y darle un enfoque claro a nuestra vida con dirección al cielo, de modo que no solo nosotros vivamos con alegría la Pascua de Resurrección, sino también con gozo y amor, porque tenemos un Dios vivo que entregó su vida por nosotros y que ahora nos pide que vivamos por Él. Somos sal de la tierra y luz del mundo.
Esta Pascua de Resurrección es también para morir al pecado y morir a todo aquello que nos ata a la oscuridad, morir a nuestros vicios y a nuestras pasiones, para ser libres en el amor, pues sólo aquel que es libre puede amar verdaderamente.
Estas son solo algunas de las maneras que puedes practicar para vivir tu vida con el gozo de la Pascua.
1Acércate a los sacramentos
Cristo nos prometió que nos acompañaría hasta el fin de los tiempos, lo que quiere decir que no estamos solos. Él se ha quedado en un pedazo de pan, para que pudiéramos gozar de esa plenitud y recordar que Él está vivo y reina en nuestros corazones.
2Recuerda que estamos hechos para lo eterno
Estamos en este mundo, pero recuerda que el propósito es alcanzar a Cristo en el cielo y en la eternidad.
3Comparte la alegría y sal de tu tumba
Dice la Biblia que "la boca habla de lo que está lleno el corazón" (Lc 6, 45). Por ende, debemos salir y levantarnos de nuestra tumba (la cama, algún vicio, etc.) y vivir como verdaderos discípulos que se alegran ante la resurrección de su maestro.
Comparte esa alegría no solo este domingo (o durante la octava), sino siempre, en especial con aquellos que se han quedado en Viernes Santo y que no saben que Él ya resucitó.