Dios es el Dueño de la vida y sabe mejor que nosotros lo que necesitamos, por eso es extraño que los cristianos se dejen seducir cada vez más por doctrinas contrarias a la fe.
Confianza en la providencia divina
Antiguamente era común escuchar comentarios como "si Dios quiere, haremos esto.." o "si Dios quiere, mañana tal cosa..." porque nadie tenía certeza de llegar con vida, ni siquiera al día siguiente, pero sobre todo, porque con ello demostraban su completa sumisión a la voluntad y providencia divina.
Esa sana costumbre se ha ido perdiendo y cambiando por la moda de decretar o declarar, que pretende acomodar los hechos futuros a la voluntad humana, o bien, someter la voluntad de Dios a los deseos humanos.
Solo Dios sabe qué pasará mañana
Por supuesto, todos deseamos que nos vaya bien en lo que emprendamos, que nada nos ocurra y que estemos a salvo de cualquier desgracia. Sin embargo, es hasta cierto punto infantil creer que con solo "decretarlo", estaremos exentos de cualquier adversidad o que cambiaremos el rumbo de los acontecimientos.
El cristiano sabe que puede apelar a la misericordia de Dios con su oración, sacrificios y ayunos, pues Él no se resiste a escuchar a sus hijos; sino todo lo contrario, desea que le externemos nuestras peticiones porque es un Padre amoroso. El Evangelio prueba que Jesús abundó en ejemplos sobre la confianza en Dios.
Pedir a Dios con humildad
Ahora bien, no debemos ir al otro extremo de temer a Dios. Mas bien, oremos con humildad y roguemos para que nos provea de todo lo necesario, acogiéndonos a su amor y cuidado. Y tomemos en cuenta las palabras del apóstol Santiago:
"Y ustedes, los que ahora dicen: 'Hoy o mañana iremos a tal ciudad y nos quedaremos allí todo el año, haremos negocio y ganaremos dinero', ¿saben acaso qué les pasará mañana? Porque su vida es como el humo, que aparece un momento y luego se disipa. Digan más bien: 'Si Dios quiere, viviremos y haremos esto o aquello'. Ustedes, en cambio, se glorían presuntuosamente, y esa jactancia es mala" (Sant 4, 13-16).