Abril nos encuentra en el hermoso tiempo de la Pascua y, desde el punto de vista litúrgico, en la gloriosa plenitud de la Resurrección. Cualesquiera que sean los retos a los que nos enfrentemos en nuestra vida personal, se nos recuerda que abril es el mes dedicado a la Santísima Eucaristía. Esto debería animarnos. Después de todo, el Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que la Eucaristía es la "fuente y cumbre de la vida cristiana".
Por ello, durante este mes, san Francisco Marto es un santo que puede enseñarnos un par de cosas sobre cómo acudir a Nuestro Señor Eucaristía con más confianza y amor. Aunque su fiesta litúrgica se reconoce el 20 de febrero con su hermana Jacinta, la fecha de su muerte, y por tanto su celebración personal, es el 4 de abril.
Este pastorcillo santo murió muy joven, a los 10 años, pero su impacto continúa. Es el más pequeño de los tres niños de Fátima y tenía una profunda devoción a Nuestro Señor para ser tan joven, lo cual enseña que no importa la edad o el estado de la vida, pues nunca se es demasiado pequeño para llevar a las almas más cerca de Dios.
Hermoso corazón
San Francisco era un pastorcillo de familia numerosa. Era un niño guapo, con ojos conmovedores y un carácter fuerte y serio.
En sus fotos siempre aparece serio, pero si tenemos en cuenta que a estos tres niños pequeños se les había mostrado el infierno y que sentían el gran peso de la responsabilidad de honrar y consolar a Jesús y a María, y de salvar almas, sus expresiones se vuelven más simbólicas. Sus inocentes infancias se transfiguraron en misiones de grandes santos.
El pequeño Francisco podía ser travieso a veces, pero tenía un corazón noble. Una vez dio todo el dinero que tenía -un céntimo- para comprar un pájaro al niño que lo había capturado. En lugar de quedárselo, lo liberó. Francisco tocaba una pequeña flauta de caña, y su posesión favorita era un pañuelo con la imagen de Nuestra Señora. En un momento dado, frente a uno que se habría peleado con él para quitarle el pañuelo, se limitó a regalarlo. ¡Qué corazón tan hermoso tenía!
Consolar a Jesús
Aunque Francisco nunca oyó las palabras de Nuestra Señora como las niñas de Fátima, sí la vio. Nuestra Señora le dijo a Lucía que Francisco iría al cielo si rezaba muchos rosarios. Esto debería motivarnos a todos a rezar muchos rosarios. Francisco se tomó este consejo muy en serio y rezó muchísimos rosarios. También solía faltar a la escuela para ir a la iglesia y rezar al "Jesús escondido" en el sagrario. Según los criterios terrenales, no era ambicioso, pero según los celestiales, ¡podría decirse que tenía sus prioridades en orden!
Francisco tenía una gran devoción a la Eucaristía y pasaba horas consolando a Jesús Sacramentado.
Este santo niño murió al día siguiente de comulgar por primera vez, estando enfermo de gripe. Deseaba ir al Cielo cuanto antes. Demostró un gran valor e incluso alegría ante la muerte. Su hermana Jacinta moriría solo un año después que él.
Lucía le pidió a Francisco que llevara consigo al Cielo muchas intenciones. Él respondió:
Mejor pregúntaselo a Jacinta, porque tengo miedo de olvidarme. Cuando vea a Jesús, solo voy a querer consolarlo".
Francisco, incluso en la muerte, quería consolar a Nuestro Señor.
Un niño pequeño nos guía
Todas sus sabias palabras son una motivación para honrar más a Nuestro Señor este mes de la Eucaristía. He aquí tres citas de San Francisco Marto, el niño que vivió una vida más santa en 10 años que la que muchos viven en cien.
En abril, mes de la Eucaristía, estamos llamados a dedicar más tiempo a ir a Misa diaria, (por tanto, también a confesarnos para poder recibir la Sagrada Comunión en estado de gracia) y a acudir a la Adoración Eucarística.
1 | "¡Oh, Nuestra Señora, rezaré todos los rosarios que quieras!"
Rezar el rosario es un maravilloso uso del tiempo durante la Adoración Eucarística. Pero para seguir el ejemplo de San Francisco y rezar muchos rosarios… también podemos encontrar nuevas maneras de hacerlo. Podemos rezar rosarios de maneras creativas, como en el coche mientras conducimos, mientras damos un paseo, o incluso en la cama mientras nos dormimos.
2 | "¡Ánimo! ¿No dijo Nuestra Señora que tendríamos mucho que sufrir en reparación por los numerosos pecados cometidos contra Nuestro Señor y su Inmaculado Corazón, que tanto duelen Y vais tan tristes, ¿cuándo podríais ofrecer este sufrimiento en reparación? Deberíamos alegrarnos".
Este es un maravilloso recordatorio para ofrecer todos nuestros sufrimientos y dolores por el consuelo de Nuestra Señora y Cristo; sobre todo al estar ante su presencia en el Santísimo sacramento.
3 | "Más que nada, quiero consolar a Nuestro Señor".
San Francisco explicó el mayor deseo de su corazón. Esa era la razón por la que faltaba a la escuela para pasar tiempo en la iglesia. Comprendió algo que hasta los adultos olvidan: que Nuestro Señor, fuente de todo nuestro consuelo, también debe ser consolado por nosotros.