La Iglesia está llamada a vivir una comunión como la de la Trinidad y para lograrlo debe superar tres obstáculos. Habló sobre ellos el Subsecretario de la Secretaría General del Sínodo Luis Marín de San Martín en la Semana para la Vida Consagrada celebrada del 3 al 6 de abril en Madrid:
1Pérdida del sentido de universalidad eclesial, de catolicidad
El localismo y el modo de vivir y actuar en desconexión, "a modo de pequeños reinos autárquicos" conlleva la desunión entre los distintos grupos y realidades eclesiales, alertó el agustino español.
Y citó las Aportaciones al Sínodo de la Unión Internacional de Superiores Generales, que han advertido que "la semilla de la sinodalidad se ve ahogada por el clima de división y polarización existente en algunas Iglesias y que se muestra en actitudes dogmáticas, orgullosas, hipócritas, envidiosas o celosas e incluso calumniosas".
2Creciente ideologización
El subsecretario de la Secretaría General del Sínodo afirmó que a menudo "se confunde lo esencial con lo accesorio, la unidad con la uniformidad y la pluralidad con la disgregación".
"Esto se traduce en la búsqueda de la uniformidad ideológica llegando a caer en una terrible y destructiva polarización: los míos, los que piensan como yo son los buenos; los demás están en el error o incluso son malos y, ciertamente, no son mis hermanos sino mis enemigos", lamentó.
El problema, ni más ni menos, es que hemos olvidado la realidad del amor como eje de la vida cristiana”.
Monseñor Marín de San Martín habló de frecuentes "enfrentamientos faltos de caridad" y afirmó que "así es imposible que el mundo crea".
Ante estas situaciones invitó a "implicarse, con valentía, en la denuncia de los atentados a la comunión y en el modo de curar heridas".
"No seamos nunca instrumentos de fractura en la Iglesia", pidió. Y añadió: "Antes bien, demos testimonio de la Iglesia de Jesús: acogedora, fraterna, cariñosa, alegre, que es hogar porque es familia; donde se discrepa sin agresividad, donde se corrige sin violencia".
Esto permitirá "discernir en comunión la voluntad del Señor y llevar con entusiasmo el Evangelio a todas las realidades de nuestro mundo", aseguró.
3La mundanización
Finalmente, el obispo destacó que orientarse según los criterios del mundo hiere también la comunión en la Iglesia.
"Aquí se inscriben el hiriente clericalismo y el empobrecedor asamblearismo", explicó.
Porque, añadió, en su base "no está el servicio, que es donación gratuita de amor, sino el poder: cómo conservarlo, cómo repartirlo, o cómo participar en él".
En este punto, propuso siete referencias para un buen ejercicio de la autoridad: comunión, información, participación subsidiaridad, corresponsabilidad, transparencia, evaluación.
El paradigma de la unidad de la Iglesia
En su ponencia, el obispo recordó que "la unidad de la Iglesia no es uniformidad, sino "integración orgánica de las legítimas diversidades". Dijo que "no se trata de buscar un mero acuerdo en las cosas humanas o de procurar un equilibrio de subsistencia".
Y propuso como paradigma de la comunión eclesial "la Trinidad, misterio de amor perfecto"
"Si la autocomunicación de Dios en tres Personas refleja la nueva forma de relación con Dios desvelada en Jesucristo -destacó-, la Iglesia es el rostro del Dios que se revela".
Y concluyó que es entonces cuando la Iglesia es signo en el mundo de la comunión con Dios, de la universalidad-catolicidad del designio salvífico y del dinamismo escatológico del cumplimiento.