Los católicos sabemos que Jesús dejó los sacramentos para ayudarnos a crecer en la fe y alcanzar la santidad. Y tenemos tres que son los de iniciación cristiana, entre ellos, la Eucaristía, que también conocemos como Misa y comunión.
El Catecismo de la Iglesia católica dice que a la Eucaristía se le llama:
Comunión, porque por este sacramento nos unimos a Cristo que nos hace partícipes de su Cuerpo y de su Sangre para formar un solo cuerpo (cf 1 Co 10,16-17) (CIC 1331).
Después menciona que:
"En la comunión, precedida por la oración del Señor y de la fracción del pan, los fieles reciben "el pan del cielo" y "el cáliz de la salvación", el Cuerpo y la Sangre de Cristo que se entregó "para la vida del mundo" (Jn 6,51)" (CIC 1355)
Es importante, por lo tanto, recordar que no se trata de un símbolo, sino que verdaderamente comemos el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo, que se nos da como alimento para la vida eterna.
La dos partes de la Misa
De manera regular, los católicos comulgamos durante la santa Misa -a menos que estemos enfermos y se nos lleve a casa-. La celebración, como dice el Catecismo, se divide en dos partes: la liturgia de la palabra y la liturgia eucarística (CIC 1346).
Durante la primera, escuchamos las lecturas bíblicas y la homilía del sacerdote, pedimos por nuestras intenciones y profesamos nuestra fe. Es una parte muy importante porque nos prepara para la siguiente, que es la liturgia eucarística, donde presentamos los dones que serán convertidos en cuerpo y sangre de Cristo.
Cristo merece todo de nuestra parte
Entendemos, entonces, que las dos partes forman el todo de la santa Misa: la preparación con la palabra de Dios y la participación en la comida eucarística.
Por eso, y porque amamos al Señor, debemos llegar a la Misa desde el principio y "escucharla completa" sobre todo si es dominical, como lo indica el primer mandamiento de la Iglesia.
Ahora, volvemos al asunto inicial, si llego a Misa después las lecturas, ¿puedo comulgar?
Entonces, ¿puedo comulgar o no?
Leemos en el Derecho Canónico que "se aconseja encarecidamente que los fieles reciban la sagrada comunión dentro de la celebración eucarística; sin embargo, cuando lo pidan con causa justa se les debe administrar la comunión fuera de la Misa, observando los ritos litúrgicos" (Canon 918).
¿Qué debemos entender del canon 918?, ciertamente, el código no impide a nadie que comulgue, pero si preguntamos a los sacerdotes, nos dirán que no nos acerquemos porque no estamos debidamente preparados.
Por eso, en conciencia, evitemos comulgar si llegamos después del evangelio, si es entre semana, y en domingo, si no llegamos desde el principio.
¿Por qué? pues porque el que ama, no retrasa la ocasión para ver al ser amado. El encuentro con nuestro Señor Jesucristo debe ser sin prisas ni retrasos. Por amor a Él, lleguemos a tiempo a Misa, preparemos nuestro corazón con la Palabra de Dios, comulguemos y permanezcamos en oración, dando gracias por tan inmenso Don.