El Catecismo de la Iglesia católica nos aclara cómo obra en nosotros el Espíritu Santo:
"Nadie puede decir: '¡Jesús es Señor!' sino por influjo del Espíritu Santo" (1 Co 12, 3). "Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama ¡Abbá, Padre!" (Ga 4, 6). Este conocimiento de fe no es posible sino en el Espíritu Santo. Para entrar en contacto con Cristo, es necesario primeramente haber sido atraído por el Espíritu Santo. Él es quien nos precede y despierta en nosotros la fe (CIC 683).
Y describe cómo es que se nos comunica:
Mediante el Bautismo, primer sacramento de la fe, la vida, que tiene su fuente en el Padre y se nos ofrece por el Hijo, se nos comunica íntima y personalmente por el Espíritu Santo en la Iglesia (CIC 683).
Pero, ¿por qué le llamamos Espíritu Santo, acaso tiene otros nombres?
Nombres del Espíritu Santo
El mismo Catecismo nos aclara: "'Espíritu Santo', tal es el nombre propio de Aquel que adoramos y glorificamos con el Padre y el Hijo. La Iglesia ha recibido este nombre del Señor y lo profesa en el Bautismo de sus nuevos hijos (cf. Mt 28, 19)" (CIC 691).
Agrega que "el término 'Espíritu' traduce el término hebreo Ruah, que en su primera acepción significa soplo, aire, viento" (CIC 691).
Y Jesús lo llama de distintas maneras:
1Paráclito
Jesús, cuando anuncia y promete la Venida del Espíritu Santo, le llama el "Paráclito", literalmente "aquel que es llamado junto a uno", advocatus (Jn 14, 16. 26; 15, 26; 16, 7) (CIC 692).
2Consolador
"Paráclito" se traduce habitualmente por "consolador", siendo Jesús el primer consolador (cf. 1 Jn 2, 1). El mismo Señor llama al Espíritu Santo "Espíritu de Verdad" (Jn 16, 13) (CIC 692).
3Espíritu de la Promesa
Además de su nombre propio, que es el más empleado en el libro de los Hechos y en las cartas de los Apóstoles, en san Pablo se encuentran varios apelativos como "Espíritu de la promesa" (CIC 693):
Y esto, para que la bendición de Abraham alcanzara a todos los paganos en Cristo Jesús, y nosotros recibiéramos por la fe el Espíritu prometido (Gal 3, 14).
En él, ustedes, los que escucharon la Palabra de la verdad, la Buena Noticia de la salvación, y creyeron en ella, también han sido marcados con un sello por el Espíritu Santo prometido. (Ef 1,13)
4Espíritu de adopción
Somos reconocidos como hijos adoptivos de Dios por medio del Espíritu que se nos ha infundido:
Y ustedes no han recibido un espíritu de esclavos para volver a caer en el temor, sino el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace llamar a Dios. (Rom 8, 15)
Y la prueba de que ustedes son hijos, es que Dios infundió en nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama a Dios llamándolo» ¡Abba!, es decir, ¡Padre! (Ga 4, 6)
5Espíritu de Cristo
San Pablo reconoce la relación de la Santísima Trinidad que interviene en nuestra vida:
Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús habita en ustedes, el que resucitó a Cristo Jesús también dará vida a sus cuerpos mortales, por medio del mismo Espíritu que habita en ustedes.
El que no tiene el Espíritu de Cristo no puede ser de Cristo (Rom 8, 9).
6Espíritu del Señor
Nuevamente san Pablo explica a los Corintios que no es posible vivir sin el Espíritu Santo, que es Dios.
Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad (2 Cor 3,17).
7 Espíritu de Dios
Los Romanos y Corintios comprendieron las palabras del Apóstol por sus explicaciones:
Pero ustedes no están animados por la carne sino por el espíritu, dado que el Espíritu de Dios habita en ustedes (Rom 8, 9).
Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios (Rom 8, 14).
Algunos de ustedes fueron así, pero ahora han sido purificados, santificados y justiciados en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y por Espíritu de nuestro Dios (1 Co 6, 11).
8Espíritu de gloria
También san Pedro trató con claridad la intervención del Espíritu Santo sobre los que dieran testimonio de Cristo:
Felices si son ultrajados por el nombre de Cristo, porque el Espíritu de gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre ustedes (1 Pe 4, 14)