La épica trilogía El Señor de los Anillos, se encuentran entre las películas más populares y exitosas jamás realizadas. Muchos de los millones de personas que han visto las películas no sabrán que JRR Tolkien, autor de la epopeya en la que se basan las películas, fue un católico practicante durante toda su vida, ni sabrán que Tolkien insistió en que El Señor de los Anillos es " fundamentalmente religiosa y católica".
La dimensión "fundamentalmente católica" de El Señor de los Anillos no es obvia. La historia se desarrolla miles de años antes del nacimiento de Cristo. Por lo tanto, no se menciona nada específicamente cristiano. Ni siquiera hay ninguna referencia directa a Dios. Siendo este el caso, ¿cómo puede ser que El Señor de los Anillos sea católico en algún sentido en la tierra o en el cielo?
La respuesta se encuentra en las técnicas literarias que Tolkien emplea para incrustar un ethos fundamentalmente católico en la historia.
Una pista en fechas clave
Una técnica muy importante es el uso de fechas litúrgicamente significativas para indicar una conexión con una comprensión católica del cosmos. Es una técnica que Tolkien toma prestada de obras literarias medievales, como la Divina Comedia de Dante y el romance artúrico, Sir Gawain y el Caballero Verde.
El Anillo es destruido el 25 de marzo, que no es solo la fecha de la Anunciación sino también, según la tradición, la fecha histórica en la que Cristo fue crucificado. La Anunciación es la fecha en que el Verbo se hace carne, la fecha en que Dios se hace hombre, la fecha de la Encarnación.
La Crucifixión es el momento en que el Hijo de Dios muere por nosotros para que el poder del pecado sea quebrantado y nosotros podamos ser redimidos. Esta fecha monumentalmente crucial es la fecha que Tolkien asigna a la destrucción del Anillo, conectando así la destrucción del Anillo con la Encarnación y la Crucifixión.
El poder del Anillo es destruido en la misma fecha en que se destruye el poder del pecado. El pecado original es el único pecado que los gobernará a todos y los atará en la oscuridad, así como el Anillo es el Anillo Único que los gobernará a todos y los atará en la oscuridad.
El poder del Único Pecado y el poder del Anillo Único son destruidos en la misma fecha enormemente significativa. Por cierto, e igualmente significativo, Frodo Bolsón abandona Rivendel el 25 de diciembre, haciendo de su viaje desde Rivendel al Monte del Destino (Gólgota) una alusión a la vida de Cristo desde su nacimiento hasta su muerte.
Llevando el Anillo y llevando la Cruz
Si el Anillo es sinónimo de pecado, podemos ver que el acto de ponerse el Anillo es similar al acto de pecar. El uso del Anillo excomulga al portador del Anillo del mundo de la luz, haciéndolo invisible, pero lo hace más visible que nunca para Sauron, el Señor Oscuro, y susceptible al poder de su voluntad demoníaca.
Por otra parte, si llevar el Anillo es similar al acto de pecar, llevar el Anillo es llevar el peso del pecado sin pecar. El Portador del Anillo es en cierto sentido un portador de la cruz, lo que explica la conexión que Tolkien hace del viaje de Frodo al Monte del Destino con el vía crucis, la vía dolorosa que conduce al Gólgota, que es el verdadero Monte del Destino histórico.
Hay muchos otros aspectos de El Señor de los Anillos que lo hacen aplicable al cristianismo y a una comprensión católica de la realidad, pero la fecha en la que se destruye el Anillo es lo único que los conecta a todos y la luz que los guía.
Tolkien conoce El Señor de los Anillos mejor que nadie. Si nos dice que es “fundamentalmente religioso y católico”, será mejor que lo creamos. Ya sea que quienes vayan a ver películas en los cines este verano lo sepan o no, estarán experimentando lo mejor de la cultura profundamente católica.