Problemas para conciliar el sueño, despertares nocturnos, pesadillas… ¿Tu hijo tiene problemas de sueño? La doctora Lyliane Nemet-Pier, especialista en psiquiatría infantil, te ofrece algunas soluciones concretas.Los brazos para acunarle, la luz para calmarle, los cuentos para acompañarle, nada funciona: mi hijo no se duerme. O duerme poco, tan poco que empiezas el día siguiente más cansado/a de lo que lo terminaste.
Hay muchos padres y madres como tú, confrontados con los problemas de sueño de sus hijos. Antes de los 3 años, se calcula que casi uno de cada dos niños se verá afectado por problemas de este tipo.
En su libro Cet enfant qui ne dort pas [Ese niño que no duerme], la psiquiatra infantil Lyliane Nemet-Pier cruza las explicaciones sociológicas, psicológicas y culturales de este fenómeno y propone soluciones concretas a las familias afectadas.
Dedicar tiempo a descifrar el trastorno de sueño del niño
Algunos trastornos aparecen desde el nacimiento, otros por motivo de un trauma o de un suceso familiar. En cualquier caso, hay que dedicar tiempo a descifrar este problema. El sueño es un lenguaje y los padres recientes no lo dominan todavía. Sobre todo cuando cada niño toca una partitura diferente.
No hay ninguna receta milagro y “cada uno tendrá su propio camino que descifrar. No existe un método para dormirlos a todos”, advierte la médica.
Sin embargo, algunos puntos de referencia importantes permiten delimitar el problema al que nos enfrentamos. Empezando por comprender el ritmo y las necesidades de cada uno de nuestros hijos. Tal vez así vislumbrarás por qué tu hijo no se duerme.
Ciertamente, los ritmos familiares y las condiciones de la vivienda familiar conducen a menudo al pensamiento colectivo. “En casa, la regla es: todos a la cama a las 20h, se apagan las luces a las 20:30. Los niños duermen los tres en el mismo dormitorio, no puedo llevarlos a dormir individualmente”, explica Armelle, de Francia.
No obstante, si uno de los niños duerme mal, es fundamental tener una perspectiva individualizada de su ritmo y prever disposiciones particulares.
El momento de acostarse es el reflejo de las emociones del día
Aquí, la solución reside probablemente en el aspecto de la planificación en la habitación. A veces, basta con introducir algún tipo de ritual que logre calmar al niño. Cada problema tiene su solución: si se trata de un problema de ritmo, puede ser pertinente posponer la hora de acostarse para que sea más eficaz.
“Los padres deben respetar los ritmos del sueño”, indica Lyliane Nemet-Pier. “Se corresponden con los momentos propicios para acostarse. Fuera de estas balizas, conciliar el sueño será más difícil.
A veces hay que aceptar retrasar la hora de dormir en vez de combatir por principio”. Si se despierta de noche, si tiene dificultades para dormirse, dondequiera que esté el problema, la especialista propone consejos. Una cosa es segura: la separación de los padres es lo que constituye actualmente el momento más el momento más difícil para las familias.
“Porque el momento de acostarse es el reflejo de las emociones del día, es esencial descifrar lo que el niño pequeño quiere decirnos en ese momento”.
Si la madre confía su bebé a una niñera o a la guardería en un estado de confusión emocional y sufrimiento, el niño lo percibe: “Cuando la separación se vive mal durante el día, el niño la revive por la noche a la hora de acostarse, y le resulta difícil volver a separarse”, concluye la experta.
Por lo tanto, es necesario entender los días de nuestros hijos para poder entender mejor sus noches.
Anne Gavini