Margarita Alacoque fue una joven piadosa nacida en 1647 de Sant, distrito de Charolais, Francia. Desde muy joven, prometió consagrar su pureza a la Santísima Virgen.
Un día, al caer gravemente enferma, mantuvo este voto rezando a la madre de Dios para que la sanara y así poderse poner el hábito de religiosa.
En 1673, el Sagrado Corazón de Jesús se le apareció por primera vez. Tuvo el gran privilegio de contemplarlo tres veces más.
Solo se cuentan tres "grandes apariciones" con los tres mensajes que se dieron en esta ocasión:
1raAparición
Jesús, conservando a Margarita María durante largos momentos contra su pecho, le hizo descubrir "las maravillas de Su amor". Sumergiendo el corazón de Margarita María en el Suyo propio, encendió en ella la ardiente pasión de la caridad hacia las almas que salvar.
2daAparición
Jesús se le apareció, ardiente como un sol, llorando la ingratitud de los hombres tras los dolores sufridos por ellos. Entonces pidió dos actos de reparación hacia su divino Corazón: la comunión cada primer viernes de mes, y la hora de adoración cada jueves por la tarde, en memoria de su agonía en el Getsemaní.
3raAparición
Los mismos dolores que se evocaron durante la segunda aparición:
"He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres y que no ha ahorrado nada hasta el extremo de agotarse y consumirse para testimoniarles su amor. Y, en compensación, solo recibe, de la mayoría de ellos, ingratitudes por medio de sus irreverencias y sacrilegios, así como por las frialdades y menosprecios que tienen para conmigo en este Sacramento de amor. Pero lo que más me duele es que se porten así los corazones que se me han consagrado".
Jesús pide entonces instaurar una fiesta para su Sagrado Corazón, algo que extendió Pío IX por toda la Iglesia católica, en 1856.
Esta festividad tiene por objetivo reparar las ofensas cometidas contra la santa Eucaristía y el Sagrado Corazón.
Las promesas de Jesús
A quienes sigan estas recomendaciones y esta devoción de los jueves y del primer viernes del mes, Jesús promete muchas gracias:
Les daré todas las gracias necesarias en su estado.
Llevaré la paz a sus familias.
Los consolaré en todas sus penas.
Seré su refugio asegurado durante toda su vida y especialmente en la muerte.
Derramaré abundantes bendiciones sobre todas sus iniciativas.
Los pecadores encontrarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de misericordia.
Las almas tibias se volverán fervientes.
Las almas fervientes se elevarán a una gran perfección.
Incluso bendeciré las casas donde la imagen de mi Corazón se exhiba y se honre.
Daré a los sacerdotes el talento para conmover los corazones más endurecidos.
Las personas que propaguen esta devoción tendrán sus nombres escritos en mi Corazón y nunca serán borrados.
Os prometo, en el exceso de la misericordia de mi Corazón, que mi amor todopoderoso concederá a todos quienes reciban la comunión el primer viernes, y nueve veces más, la gracia de la penitencia final, que no morirán en mi desgracia ni sin recibir los sacramentos, y que mi Corazón será su refugio seguro en su última hora.