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Un propietario cualquiera de un smartphone o de una tableta táctil que tenga entre 25 y 34 años y que resida en un país rico dedicará unas tres horas al día a moverse por diferentes aplicaciones móviles. Si el navegante es menor —de 18 a 24 años— incluso invertirá más tiempo en esta actividad; y si es mayor —de 35 a 54—, la media bajará aproximadamente una hora por jornada.
Los usuarios que han cumplido 55 o que incluso han superado esta edad ocupan el último lugar en la clasificación, con la mitad de horas que los más jóvenes, según los datos que maneja la consultora especializada comScore. El 90% de las apps más populares pertenecen a empresas como Google, Facebook, Amazon, eBay o Apple. Los responsables de estas compañías y los profesionales del marketing son conscientes de que los internautas se conectan muchas veces al día, aunque por pocos minutos en cada ocasión.
Lo hacen tanto para comunicarse con otras personas como para entretenerse, de acuerdo con los resultados de esta investigación. Además, no importa si se trata de un fin de semana, de una fecha festiva o laborable. De todos modos, los gigantes tecnológicos no están solos en este ecosistema tan variado, que tiende a una saturación que, minuto a minuto, lo está volviendo más complejo, si cabe.
Los periodistas, su público y los consumidores de las redes sociales prestan su atención cíclicamente a nuevos servicios, y entonces su popularidad se dispara, se vuelven globales y, por lo general, su fama se va apagando en pocas semanas. Mientras tanto, las organizaciones verdaderamente destacadas siguen mandando en la Web. Transcurren los meses y los años y, a pesar de escándalos como los causados por la utilización espuria de datos personales, no parece que haya nadie con capacidad para erigirse en un rival serio que amenace esta hegemonía.
El interés creciente de estas multinacionales por las áreas de la cuarta revolución industrial que más prosperarán —el big data, el aprendizaje automático, la inteligencia artificial, la realidad virtual y aumentada, el blockchain, la internet de las cosas, la robótica— permite prever que su dominio se incrementará. El alcance del pronóstico es enorme si se tiene en cuenta que las relaciones de poder y los procesos que cuestionan esta mecánica se han configurado a lo largo de la historia en el terreno de la comunicación.
Por esta razón, cualquier innovación tecnológica que afecte este campo repercutirá en los cambios económicos, culturales... Como ha escrito el profesor Manuel Castells, la red y sus múltiples derivados son una "segunda piel". No producen ningún efecto por sí solos, pero son la plataforma y el vehículo para que se plasmen y se desarrollen fenómenos más complejos que, como recuerdan los analistas, no deben ser estudiados exclusivamente en clave digital.
En síntesis, las horas que jóvenes y mayores pasan con sus dispositivos móviles trabajando, protestando, sufriendo, aburriéndose, divirtiéndose, riendo, etc. no son únicamente relevantes por lo que tecnológicamente comportan, sino por lo que significan desde innumerables puntos de vista: el laboral, el político, el lúdico, el sentimental, el espiritual… Porque tras la supuesta dependencia psicológica habrá algo más.