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El 8 de mayo se celebra la solemnidad de la Virgen de Luján, patrona de Argentina. Se trata de una fiesta que se vive con intensidad en el país y también en cada rincón del mundo donde haya un argentino devoto de la Virgen.
La ocasión es propicia para repasar algunos de los mensajes del cardenal Jorge Bergoglio, hoy papa Francisco.
Él, en sus homilías por el 8 de mayo, o en el cierre de las peregrinaciones juveniles desde Buenos Aires, rezaba a la Virgen poniendo en sus manos a la patria argentina.
En esta nota, algunas de las oraciones más bellas enunciadas por el ex arzobispo de Buenos Aires extraídas de esas homilías.
Resuenan especialmente por estos días aquellas pronunciadas el 2 de octubre de 2011, en las que el cardenal Bergoglio pedía a la Virgen que nos enseñe a cuidar la vida.
No nos sueltes tu mano
“Madre queremos una Patria para todos”. Que todos tengan cabida. Que no haya “sobrantes”, excluidos ni explotados.
Que esta Patria para todos nos consolide como hermanos en la herencia patriótica de nuestros mayores. Que nadie sea despreciado.
Que no crezca el odio entre nosotros. Que el rencor, ese yuyo amargo que mata, no eche raíces en nuestro corazón (cfr. Hebreos 12,15 ).
Madre queremos una Patria renovada en la fraternidad; Madre, queremos una Patria para todos.
Y como en tantos otros años te pedimos: no nos sueltes de tu mano, sabemos en quien pusimos nuestra confianza.
3 de octubre de 2010
Consagración de la ciudad
Querida Madre Nuestra, Virgen de Luján:
A tu inmaculado corazón maternal consagro esta ciudad de Buenos Aires. Te consagro a cada uno de sus hijos. Tú nos conoces bien y sabemos que nos quieres mucho.
Hoy, después de haber adorado a Tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano mayor y nuestro Dios, te pido que nos mires a todos y a cada uno de nosotros.
Te pido por cada familia de esta ciudad. Te pido por nuestros niños y nuestros ancianos; por nuestros enfermos; por los que están solos; por lo que están en la cárcel; por los que tienen hambre y no tienen trabajo.
Por los que han perdido la esperanza; por los que no tienen fe. Te pido también por los que nos gobiernan y los que nos enseñan.
Madre nuestra te pido que nos cuides a todos con ternura y nos contagies tu fortaleza. Somos hijos tuyos. Nos ponemos bajo tu amparo.
No nos dejes solos en este momento de tanto dolor y dificultades. Confiamos en tu Corazón de Madre y te consagramos todo lo que somos y tenemos.
Y sobre todo, Madre, muéstranos a Jesús, y enséñanos a hacer lo que Él nos diga. Amén.
1 de junio de 2002.
Vivir como hermanos
Cuidarnos. Madre enséñanos a cuidarnos como nos cuidás vos. Eso es lo que le pedimos a Ella, hoy también.
Venimos a expresar esta necesidad, no un deseo, una necesidad. Madre, necesitamos vivir como hermanos.
Y para eso le pedimos que saque toda la cizaña de discordia, envidia, odio violencia que puede haber en nuestros corazones.
Madre, necesitamos vivir como hermanos.
Y por eso le pedimos la gracia de recuperar la memoria de cómo se vive como hermanos.
Madre, necesitamos vivir como hermanos.
Y por eso, te pedimos Madre la Gracia de saber cuidarnos unos a otros, porque somos de tu misma carne, Madre.
1 de octubre de 2006
Madre, enséñanos a escuchar
Madre, te pedimos que podamos vencer dentro de nosotros lo que no ayuda a que sintamos lo que sienten los demás.
Madre, te pedimos que nos enseñes a callarnos para poder recibir a los que necesitan contarnos sus vidas, muchas veces llenas de dolor.
Madre, te pedimos que como tu Hijo seamos pacientes, seamos compasivos, al escuchar las vidas que pasan entre nosotros.
Madre, este tu pueblo, al que vos quisiste, al que vos viniste a cuidar, en medio del cual te quisiste quedar, hoy te pide que le enseñes a escuchar.
Madre, enseñá al pueblo argentino a escuchar. Que nos escuchemos unos a otros. Y se lo vamos a decir tres veces, todos juntos, “Madre, enseñanos a escuchar”.
“Madre, enseñanos a escuchar”, “Madre, enseñanos a escuchar”, “Madre, enseñanos a escuchar”. Que así sea.
Luján, 5 de octubre de 2008
Fortalece la esperanza
Madre, fortalécenos la esperanza. Que no nos roben la esperanza.
Madre querida: no nos sueltes de tu mano. Te lo pide todo este tu pueblo: no nos sueltes de tu mano.
Mira a tus hijos que caminan hasta vos: Míralos y acompáñalos. Ayúdalos a seguir los pasos de tu Hijo para que juntos podamos construir esta Patria de hermanos.
Madre, ayúdanos. Todos estamos en tu mano. ¡Que no nos roben la esperanza! ¡Que tu mirada fortalezca la esperanza!
4 de octubre de 2009
Ayúdanos a cuidar la vida
Madre querida de Luján: tus cuidados los intuyen tus hijos. Los conocemos todos. Estos hijos que han venido caminando hasta tu casa, Madre.
Algunos no pudieron pero están con el corazón aquí; es la ocasión y es el sentido que nos hace sentir a todos como pueblo que vos nos protegés.
Madre querida: te pedimos por todos los que vinieron, los que han peregrinado desde ayer a la mañana y seguirán peregrinando hasta mañana a la mañana; que no queden solos y abandonados.
Madre; que en tu casa encuentren siempre un lugar; por eso Madre te quedaste para cuidar la vida de tu pueblo; ¡vos te quedaste para cuidar la vida de este tu pueblo!
Te pedimos que nosotros sepamos estar para prolongarnos también en estos cuidados tuyos y que como hijos te imitemos cuidando toda vida.
Que aprendamos a estar en silencio para contemplar como vos, a tus hijos que son nuestros hermanos.
Que al estar aquí en tu casa volvamos a consagrarnos para que no nos falte tu amor, el amor que cuida la vida.
Madre, ayúdanos a cuidar la vida. Vinimos hasta tu casa porque necesitamos pedirlo.
Aquí estás presente recibiéndonos ante el santuario, con la alegría de este encuentro nos consagramos otra vez y te pedimos que cuides a tus hijos, que cuides a tu pueblo que peregrina para recibir siempre tu protección.
Madre, no nos olvides. No nos sueltes de tu mano. Y todos juntos, por tres veces, te vamos a pedir:
“Madre, ayúdanos a cuidar la vida”; “Madre, ayúdanos a cuidar la vida”; “Madre, ayúdanos a cuidar la vida”.