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San Efrén o Efraín fue un santo Padre y Doctor de la Iglesia en el siglo IV.
Lo llamaban “el místico” o el “arpa del Espíritu”, pues también era un gran poeta y músico y solía cantar hermosas alabanzas a Nuestra Madre la Virgen María.
Justamente la que te presentamos aquí es una poesía hecha oración dedicada a Ella, con tanta o más confianza en su misericordia que conciencia de la propia miseria:
Oh Fuente de bondad, Abogada de los pecadores,
Puerto de los náufragos, Vida de todos,
no me alejes de ti porque soy pecador,
sino más bien, porque soy tal,
escucha y consuela mi oración.
¡Eres verdaderamente la más pura, oh Madre de Dios!
Concédeme la benevolencia del Divino Juez.
He pecado, y mi pecado
siempre está ante mis ojos.
Brilla en mi mente oscura y sórdida la luz suprema.
Dispersa la niebla de mis pensamientos turbados,
para que, animado por la serena y
tranquila luz de tu mirada,
pueda ofrecerme como víctima aceptable
a tu Hijo y mi Dios,
que vino al mundo para llamar a los pecadores a la penitencia.
¡Acepta mi humilde oración y sálvame!
Muestra en mí, que soy el más miserable,
cuán grande es tu misericordia,
¡Oh esperanza mía, oh Madre de mi Señor!
Ayúdenme a ser más bondadoso, tu Hijo y mi Juez,
O Tú, que eres refugio de los pecadores arrepentidos.
María, inspiración ayer, hoy y siempre
Además de san Efrén, muchos otros santos le han dedicado preciosas palabras a su Madre del cielo. Mira en esta galería de imágenes algunas de ellas:
Y hoy -¡y siempre será así!- sus hijos siguen hablándole con palabras y actos llenos de amor, y cantándole preciosos cantos como este: