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En cualquier época del año, la muerte nos invita a mirar hacia el cielo y a pensar en todos los que ya han entrado en la alegría de Dios. Es una multitud que nadie puede contabilizar. Ponemos nombre y rostro a un gran número de ellos: a todos los que la Iglesia ha reconocido la santidad, a quienes han sido canonizados.
Sin embargo son muchos más todavía los que se han unido a la multitud inmensa de dichosos que contemplan a Dios. ¿Quiénes son?
Son los que, desde los primeros Apóstoles, siguiendo a quienes conocieron a Cristo, han creído en la resurrección de Jesús, en su ascensión que nos abre a la vida eterna, y quienes le han seguido y amado.
Ahora bien, ¿qué hay de todos aquellos que murieron mucho antes del nacimiento de Cristo?
¿Qué hay de Pericles, de Platón, de Homero, de Ramsés, de Tutankamón o incluso de los cromañones y los neandertales? ¿Los hombres y mujeres prehistóricos se salvaron?
Jesús fue a buscarlos
Jesús solamente desea una cosa: que nos salvemos todos, es decir, que vayamos a la vida eterna, que vivamos con Él y en Él, desde hoy y para siempre.
Esta vida eterna Jesús la ofrece a todos los que lo encuentran y siguen su camino. Él la propone a todos, desde hoy.
Entonces, en lo que respecta a todos los que nacieron mucho antes de que Jesús pusiera un pie en Palestina, mucho antes de su existencia terrestre, la Escritura nos dice que Jesús fue a buscarlos Él mismo, en el intervalo de tiempo que separó su muerte de su resurrección.
Jesús fue en persona al encuentro de las almas de todos los que vivieron y murieron miles de años antes de nuestra era, al encuentro de hombres y mujeres de todos los tiempos y todos los lugares; es lo que significa la frase del Credo:
"Padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos".
Jesús fue a sumarse al destino de los muertos, descendió a las profundidades de la muerte para que todos los muertos escucharan su voz y que vivieran todos los que la habían escuchado.
Lo buscaban sin conocerlo
Entonces, ¿quién entró con Jesús en esta vida eterna? Se trata de todos los que, durante su vida, lo buscaron misteriosamente sin conocerlo: ellos habrían reconocido su voz.
Y habrían dicho: "¿Entonces eras Tú? Incluso yo, un pequeño tipo prehistórico, cuando amaba, cuando servía, cuando cuidaba, ¿era a Ti a quien también amaba, servía y cuidaba? ¡Llévame contigo a tu vida eterna!"
Aquí es precisamente donde se ve realizada la promesa de Jesús:
"Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: ‘Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver’.
Los justos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?’
Y el Rey les responderá: ‘Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo’" (Mt 25, 34-40).
¡Así que, regocijémonos con quienes nos precedieron, unamos nuestros cánticos con quienes celebran al Rey de los Cielos!