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Como suele suceder con otros gigantes artísticos del Renacimiento, Michelangelo Merisi es más conocido por un único nombre, el de Caravaggio. El famoso pintor llevó una vida escandalosa y arriesgada y, allá donde iba, siempre se las apañaba para meterse en líos. En muchas ciudades y lugares de Italia, desde el Ducado de Milán hasta la Ciudad Eterna y el Reino de las Dos Sicilias, terminando en la Isla Estado más al sur de Europa, el Principado de Malta, Caravaggio parecía no estar nunca de acuerdo con la ley.
Sin embargo, dejando a un lado su fiero carácter y sus famosos vicios, es uno de los mayores artistas del Renacimiento italiano y también fue caballero de la Orden de San Juan Bautista de Jerusalén. Una de sus pinturas es considerada por casi todos los críticos de arte y expertos en el tema como la obra maestra por excelencia del siglo XVII: La decapitación de san Juan Bautista.
Antes de ahondar más, es interesante conocer la historia de cómo y por qué Caravaggio terminó en Malta. Podemos entender la historia mejor si nos remontamos algunos años antes de su llegada y vemos qué sucedía en Roma durante el mes de mayo de 1606. Caravaggio se metió en una reyerta en una de las famosas tabernas de la ciudad. Otro de los implicados, un tal Ranuccio Tomassoni, murió en la pelea. El pintor fue acusado del asesinato de Tomassoni y de inmediato huyó de los Estados papales. Primero, fue a esconderse en las enormes propiedades de la poderosa familia Colonna y, luego, en Nápoles. Pero Nápoles estaba demasiado cerca de Roma como para estar cómodo y Caravaggio se embarcó en un navío rumbo a Malta. Durante su viaje a Malta, el talentoso artista pensó en cómo crear una nueva escuela de pintura, de carácter italiano sureño y que reflejara el espíritu oscuro y melancólico de una desafortunada región iluminada por penetrantes y brillantes rayos de luz.
Mientras vivió en Malta como fugitivo en sus últimos años, Caravaggio creó algunas de las pinturas más impresionantes e inspiradoras del siglo XVII, consideradas entre las principales representantes de este periodo en la historia del arte europeo. Su influencia fue tal que fue el pionero de una nueva escuela de pintura –algunos la llaman caravaggismo– que se extendió rápidamente en el Reino de las Dos Sicilias y en Malta.
Cuando Caravaggio arribó a Malta, todavía pendía sobre su cabeza la acusación de asesinato. Sin embargo, los Caballeros de San Juan no lo encerraron en una mazmorra. Tenían otros planes para el joven artista. El gran maestre ignoró la petición de extradición por parte del Estado papal del sospechoso de asesinato y no solo recibió a Caravaggio, sino que le concedió inmunidad si accedía a pintar para el Estado. La Orden sabía que tenía entre manos a uno de los talentos más brillantes y no iban a perder esta oportunidad de oro. Ahí estaba un pintor que era un maestro sublime en el uso de la oscuridad y la luz, la noche y el día, el reflejo y el brillo. De una forma u otra, Caravaggio tenía que pagar por la hospitalidad que le ofrecía la Orden de San Juan. Tuvo que decorar su Iglesia con pinturas que reflejaran su inimitable uso del realismo y de enseres humildes para representar temas religiosos sacros. Caravaggio tuvo bastante suerte porque el entonces gran maestre Alof de Wignacourt también buscaba un artista famoso que pintara su retrato oficial y no podría haber soñado con un maestro mejor.
Caravaggio aprovechó la oportunidad sin dudarlo. Pintar el retrato del gran maestre no solo le daría una oportunidad de redimirse, sino que también lo congraciaría con los Caballeros de San Juan. Según la Ley canónica, si una persona es nombrada caballero hospitalario, implicaba ipso facto que había recibido la gracia del Papa. No cabe duda de que el retrato que Caravaggio hizo de Wignacourt no decepcionó al gran maestre. Representa al príncipe en una pose orgullosa, sosteniendo su cetro de mando, firme como representando el poder, el valor y la potencia militares de la Orden de San Juan de Jerusalén. Actualmente, el retrato cuelga de las paredes del Louvre de París.
Fue durante el reinado de Wignacourt cuando la Orden empezó a contraatacar los puertos otomanos y asaltar los cargueros turcos. Caravaggio capturó todo esto en la mirada triunfante del gran maestre. El joven paje junto a la figura real del gran maestre captura la sed de vida de Caravaggio y sus detalles sensuales revelan el carácter más íntimo del maestro pintor. El famoso retrato de Wignacourt le valió a Caravaggio el título de caballero de la venerable Orden Hospitalaria. Fue nombrado caballero en julio de 1608. Hay documentos relacionados con la investidura donde se lee: “Deseamos gratificar el deseo del excelente pintor para que nuestra Isla, Malta, y nuestra Orden puedan finalmente glorificarse en este discípulo y ciudadano adoptado”. Además de la pintura de Alof de Wignacourt, Caravaggio pintó otras obras famosas estando en Malta, entre ellas San Jerónimo escribiendo y otra pintura titulada Cupido durmiendo.
But for the cultivated public, art critics, and all who are interested in the art of painting, Caravaggio’s masterpiece is The Beheading of Saint John the Baptist.It depicts the gory beheading of the Baptist as told in the Gospels. This is the largest painting Caravaggio ever produced, and the magnum opus of his entire career. Presently it hangs as the altar piece of the Oratory of Saint John’s Co-Cathedral. In his Caravaggio: An Artist through Images, Andrea Pomella describes this piece as “one of the most important works in Western painting.” In fact, it inaugurates a change of style in Caravaggio’s own trajectory. Most critics agree that this new style developed through his suffering and personal hardships. Even giants of the stature of Caravaggio grow by learning through suffering, as the Greek Dramatist Aeschylus remarked in his Agamemnon —Pathei Mathos.
No obstante, para el público culto, los críticos de arte y todos los interesados en el arte de la pintura, la obra maestra de Caravaggio es La decapitación de san Juan Bautista. La obra representa la cruenta decapitación del Bautista tal y como se cuenta en los Evangelios. Se trata de la pintura más grande que produjo Caravaggio y la magnum opus de toda su carrera. Hoy en día preside el altar del oratorio de la co-catedral de San Juan. En su libro Caravaggio: An Artist through Images (“Caravaggio: un artista a través de imágenes”), Andrea Pomella describe esta obra como “una de las obras más importantes de la pintura occidental”. De hecho, inaugura un cambio de estilo en la propia trayectoria de Caravaggio. La mayoría de críticos coincide en que este nuevo estilo se desarrolló a través de su sufrimiento y sus dificultades personales. Incluso gigantes de la estatura de Caravaggio crecen al aprender a través del sufrimiento, como el dramaturgo griego Esquilo subrayó en su obra Agamenón con las palabras: páthei máthos.
En la pintura, encontramos que el maestro se centraba no necesariamente en la presencia física de los personajes, sino que intentaba ofrecer un vistazo a su profundidad psicológica. Antes que celebrar el aspecto corporal de la humanidad (como en sus obras previas), Caravaggio se preocupa aquí por el tipo de complejidades espirituales en juego en el sacrificio del Bautista. El crítico de arte Maurizio Calvesi señala que Caravaggio, a través de su característico empleo de la luz, captura el ultimísimo aliento de san Juan. La macabra escena tiene lugar en lo que parece ser una mazmorra; cuatro personas a la izquierda: el verdugo, un guarda de la prisión, una joven (quizás la misma Salomé) y una anciana aterrada. Dos prisioneros más observan la ejecución desde su celda. El espacio vacío a la derecha se usa dramáticamente para encerrar el ambiente alrededor, como un marco. Ciertamente, toda la pintura fue creada para convertirse en una parte integral de su entorno. El lienzo es de las mismas dimensiones de la pared donde había de colocarse en el oratorio de San Juan. También, Caravaggio observó meticulosamente el comportamiento de la luz en la capilla para hacer de la luz en la pintura una extensión de la luz natural del lugar.
En esta pintura, Caravaggio apuesta todo lo que tiene: una representación precisa de la anatomía de los personajes, un uso maestral del claroscuro, un sobrio empleo del color y una perspicaz mirada a las profundidades del dolor humano. Utilizó deliberadamente una restringida paleta de colores terrosos, con un único toque de carmesí brillante para el manto del santo. Se percibe también lo hábil del contraste entre la frescura de la juventud con lo ajado de la vejez, la espalda desnuda del verdugo en contraste con la rica túnica de terciopelo verde del conserje. La pintura está bañada con un rayo de luz dorada, en un uso excepcional del chiaroscuro que más tarde se asociaría a la pintura barroca.
Este cuadro es único también porque es el único de toda la obra de Caravaggio firmado por el maestro mismo. El espectador puede localizar la firma centrándose en las gotas de sangre goteando del cuello cercenado del Bautista, que forman las palabras Fra Michelangelo. La firma es prueba de que Merisi ya había sido nombrado caballero cuando la pintura fue encargada y completada.
Sin embargo, su estancia en Malta no tuvo un final feliz. De nuevo, su temperamento violento se apoderó de él. Esta vez, se enredó en otra pelea donde atacó físicamente a un vecino suyo, un tal Fra Giovanni Rodomonte Roero, caballero maltés y organista de la iglesia conventual de San Juan. En La Valeta, la noche del 18 de agosto de 1608, Caravaggio estaba en el hogar de Roero y empezó una pelea. El pintor destrozó la puerta principal de Roero y luego hirió gravemente al caballero organista. Un día después, el 19 de agosto, Caravaggio fue detenido y encarcelado en el Fuerte de San Ángel. Se le acusó de intento de asesinato y de llevar un arma mortal sin permiso. El 6 de octubre del mismo año, consiguió escapar del fuerte. De inmediato se convirtió en el fugitivo más buscado de Malta, pero logró escabullirse a Sicilia.
El gran artista murió de forma prematura en 1610, sin volver a poner un pie en Roma. Sin embargo, su estilo había arraigado profundamente en los círculos artísticos de la Ciudad Eterna y el caravaggismo romano se convirtió en el estilo prevaleciente de su herencia. No obstante, en Nápoles, Sicilia y Malta, sus seguidores se ciñeron a su estilo maltés. Esta escuela cosechó obras de arte relevantes y únicas. A pesar del desdichado final de su estancia en Malta, el legado que dejó Caravaggio es tan impresionante como rico. Y su legado no solo se consagra en su obra maestra de la Decapitación de san Juan, sino también en el estilo de pintura desplegado en sus obras maltesas, que influyó a generaciones posteriores de pintores que crearon obras religiosas durante el siglo siguiente.
No te pierdas la galería de imágenes más abajo para descubrir más del legado de Caravaggio, en la obra de los caravaggistas malteses.
Referencias:
Caravaggio. Think Magazine. Universidad de Malta. 10 de septiembre de 2012. Acceso el 29 de marzo de 2021.
De Giorgio, Cynthia, Caravaggio and Paintings of Realism in Malta. Malta: Midsea, 2007 (de Faith, Tradition and Glory).