Deprimida. Estoy deprimida. Está deprimida. Estoy deprimido. Él se deprime. La sociedad tiene muchas heridas de este tipo. La depresión es como ver el cielo todo celeste, claro e iluminado invadido repentinamente por una nube oscura que representa la amenaza de lluvia, tormenta, huracán, ciclón. Esto puede hacer que ocasionalmente te sientas melancólico, no quieras levantarte de la cama y en cambio quieras pasar todo el día en pijama.
El mal tiempo nos quita a muchos los deseos de hacer algo, de estar activo. Sin embargo, para las personas, mujeres y hombres que sufren la enfermedad mental de la depresión, todos los días son días de mal tiempo.
Quiero escribir sobre este tema ya que en mi consulta esta semana he trabajado la arteterapia con tres mujeres. Sus dibujos muestran las heridas de la mente y del alma, muestran las emociones y las heridas que nos causan dolor, y la necesidad de liberarlas, curarlas y superarlas.
La pandemia de la gente deprimida
El estrés que nos trajo la pandemia los últimos dos años ha generado mucha consciencia en cuanto a la importancia del cuidado de nuestras emociones, sentimientos, experiencias traumáticas. Hay personas que incluso cuando están haciendo lo correcto para mantenerse bien, se encuentran deprimidas. Muchas piden ayuda. Y es que la terapia te ayuda a desarrollar nuevas habilidades para la vida, a gestionar tus emociones, a conocerte profundamente, a encontrar tus inseguridades, a darte cuenta de que te has deprimido.
Creo que a la pandemia que nos llegó se le puede poner un segundo nombre: la pandemia de la gente deprimida. Porque como especialista en salud mental, esto es lo que ha pasado y está pasando: búsqueda de sentido, búsqueda de Dios, búsqueda de la verdadera potencialidad del ser humano y el para qué de ser persona.
Pero ¿cómo saber si ha llegado el momento de ser acompañado o acompañada?
A continuación, te brindo estas señales comunes que a una persona le deben hacer pensar que necesita terapia.
No quiero ser alarmista pero todos los puntos anteriores son importantes. Nada de esto es vida sana, vida normal, por lo tanto se hace necesario obtener apoyo profesional. en primer lugar porque tu vida es preciosa, única e importante. Y además porque tus hijos lo son. Tu cónyuge lo es. Tu comunidad te necesita.
Es como vivir en cámara lenta
Creo que sabes de lo que te hablo. La vida pasa así. Todo va despacio. Incluso a veces todo se detiene. Se mira en la casa sin ordenar. Dejas de cocinar. Cancelas eventos sociales. No quieres ver a nadie. ¿En qué momento crecieron mis hijos? ¡Alerta! Si eres mamá, si eres papá tienes que hacer algo. ¡Alerta! El que está deprimido es el último en darse cuenta. Por ello, te invito a revisar los puntos anteriores.
Una persona deprimida puede empezar un proceso por medio de la arteterapia, la consciencia corporal, la terapia cognitiva conductual o simplemente la clásica conversación para ser escuchado, escuchada. La persona, al ser escuchada desde el tercer oído (los ojos del alma, decía María Zambrano) puede empezar a comprender dónde le duele y por qué le duele. Así, iniciará pasos hacia su recuperación.
Soy hombre y mujer de oración pero siento un vacío
Antes de terminar este artículo, te comparto que muchos de mis pacientes son hombres y mujeres de fe. Tienen una vida de oración y práctica de la fe sólida. Su queja es casi siempre la misma: “Yo creo en Dios pero me siento vacío”.
Hay quienes piensan que venir a terapia es haber perdido la fe en Dios. Nada más lejos de la realidad. El Papa Francisco ha reconocido a los psicólogos como verdaderos ángeles de la guarda. Un psiquiatra, psicólogo, psicoterapeuta bien formado puede hacerte mucho bien. Reconocer ese vacío es reconocer que soy humano y que la humanidad contaminada por el pecado original, se cansa.
La depresión entonces puede ser algo provechoso a medio y largo plazo, abre las puertas a preguntas tales como: ¿por qué se me han quitado las ganas de vivir?, ¿de qué forma se deprimía Jesús y cómo se curaba?, ¿por qué siento que fallo a Dios si me deprimo?, ¿de qué estoy insatisfecho, insatisfecha?
Meditación para un alma cansada
Cuando el ritmo del corazón se acelera, la mandíbula permanece apretada hasta que los dientes chocan unos con otros. Entonces todo el estrés puesto a un lado, ignorado, pasado por alto, cae sobre el alma como un costal de papas.
La luz en la mente se oscurece. Las cosas de la vida ordinaria que no costaban ahora requieren de una laboriosa voluntad. El tiempo se ha detenido o el tiempo se hace interminable. Los sueños han desaparecido. El yo, el alma ahora quiere descansar. Quiere rescatarte. ¿Estás deprimido? ¿Estás deprimida?
Ahora ya lo sabes.
Si necesitas ayuda, no dudes en escribirme a consultorio@aleteia.org. El consultorio de Aleteia es gratuito y cuenta con un equipo de expertos.