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Cuidar de los padres ancianos significa asegurarse de que están seguros, felices y bien atendidos. Así como mamá o papá una vez se preocuparon y dedicaron su tiempo a nuestro bienestar, ahora, como hijos adultos, nos encontramos haciendo lo mismo por ellos.
En Mexico lo más común es que a los padres en edad avanzada los cuide la propia familia, un trabajo que ha sido muy poco valorado, pero que es de suma importancia. Por ello, cabe recordar que el cuidado de los ancianos es uno de los trabajos más difíciles y estresantes.
En este sentido, los cuidadores corren un alto riesgo de sufrir graves problemas de salud. Además, si se exceden en cantidad de trabajo, pueden descuidar demasiado sus propias vidas o hacerles sentir a los padres que son una carga para ellos.
Cuando se traspasan estos límites hay que considerar la necesidad de recibir apoyo profesional para mantener a salvo la salud mental y emocional del cuidador y del adulto mayor.
Pero, ¿qué pasa con el cónyuge de quien se convirtió en cuidador? Es fundamental estar atento a los signos de dificultades en la relación para evitar el efecto «olla a presión» y prevenir que el matrimonio explote.
Aleteia habló con algunas parejas que están pasando por este difícil momento para presentar sus testimonios que podrán ser de ayuda para cualquier persona que se encuentre en la misma situación.
Cuidado con la sobrecarga emocional
Un peligro es la sobrecarga emocional. «Mi marido me critica por depender emocionalmente de mis padres. Le resulta difícil lidiar con el hecho de que siempre estoy cuidando de ellos», dice Pauline. Ella ama mucho a sus padres y, a veces, se siente dividida entre los dos amores de su vida: su esposo y sus padres ancianos.
Por lo general, este tipo de apego emocional es exagerado, basado en el deber filial, con el cónyuge en un segundo plano. Esto conduce primero a numerosas discusiones y luego a una paulatina degeneración del matrimonio, hasta el punto de acabar con él.
Otra dificultad puede ser la excesiva implicación de la pareja en la situación. A una edad en la que los matrimonios a menudo se ven debilitados por los hijos que abandonan el hogar, los cónyuges pueden compensar este nido vacío cuidando demasiado a los padres ancianos.
Esto no es saludable y puede quitarle a la pareja el enfoque de mantener sana su propia relación.
Finalmente, existe un riesgo real de llevar vidas paralelas en este momento particular. «Recientemente, ha aumentado la necesidad de mi presencia con mi madre. Estaba tan cansada que no podía encontrar la fuerza para hablar con mi esposo, Thomas», recuerda Florence.
Prestar toda la atención a los padres que envejecen puede ocupar toda la mente, causando ansiedad e impaciencia entre los cónyuges. «Me volvió irritable, agresiva y, física y mentalmente, inaccesible», admite Pauline.
¿Qué podemos hacer?
Para Pauline, es fundamental reaccionar rápidamente a los primeros signos de malestar en nuestro cónyuge. Tan pronto como sientas que tu esposo o esposa no puede soportarlo más, es importante ajustar la forma en que organizas las cosas.
Tal vez podrías intentar mejorar la comunicación, llamando a tu pareja cuando no estén juntos. Y, por supuesto, ¡debes escuchar al Espíritu Santo!
De hecho, la comunicación y la estructura son vitales. Si no se habla sobre qué funciona y qué no, la situación se saldrá de control. «Por ejemplo: en casa, cada uno cuida a su propia mamá y cada uno toma decisiones con sus propios hermanos, sin interferir», dice Jehanne, quien también se encuentra en esta complicada situación.
Diálogo, adaptación, realismo, oración.
El primer paso es hablar con la pareja, expresando sus emociones y sentimientos, que pueden ser ambivalentes. Les ayuda a entenderse mejor. Hablar te permite desahogarte, así que aclara las necesidades reales de tus padres.
También hay que saber adaptarse. Todo evoluciona: la vida profesional, las relaciones, las enfermedades, la vejez… No te apegues a una determinada forma de cuidar; puede que tengas que reinventar nuevas soluciones, según sea necesario.
También es fundamental identificar y tomar conciencia del tiempo realmente invertido en los padres mayores y el impacto que esto tiene en la vida de pareja; recuerda pedir ayuda e identificar tus límites.
Confiar en Dios a través de la oración
Es importante pasar tiempo de calidad con nuestros padres ancianos, nuestro cónyuge y toda nuestra familia; no debemos olvidar buscar ayuda si la necesitamos, ya sea individualmente o en pareja. Los terapeutas, los grupos de apoyo y de discusión, o algún sacerdote que los guíe como matrimonio pueden ser formas de encontrar consuelo y, sobre todo, ayudarnos a encontrar formas de vivir nuestras relaciones con nuestros padres y nuestro cónyuge.
El uso regular de la oración por ambos cónyuges es esencial: intercesión, novenas, todo es bienvenido. Poco a poco, las cosas se irán aclarando.
Y recuerda: esto es solo una fase de la vida y, como tratemos a nuestros padres, es posible que seamos tratados nosotros cuando nos toque prepararnos para nuestra propia partida.