A veces olvidamos que la santa Misa y el sacrificio de nuestro Señor Jesucristo en la cruz es un único sacrificio, como leemos en el Catecismo de la Iglesia católica, porque se trata de la misma víctima y solamente cambia el modo de ofrecer, una vez fue de manera cruenta en la cruz, y sigue siendo de manera incruenta en cada Misa que se realiza (CEC § 1367).
Por eso, deberíamos acudir con todas las disposiciones debidas, tanto físicas como espirituales, para poder participar dignamente. ¿Y cómo es eso?, pues se trata de prepararse a conciencia para ir bien vestidos, porque nuestro encuentro será con el Rey de reyes; llegar puntuales, sin comida ni bebida, porque hay que guardar el ayuno eucarístico para poder comulgar; estar atentos, guardar nuestro teléfono celular y ponerlo en silencio para no interrumpirnos en ningún momento. Y, sobre todo, disponer nuestro espíritu para recibir las gracias que solo la Eucaristía puede derramar en nosotros.
1Participar sin prisa de la santa Misa
Por eso, hay que hacer notar que la misa debe ser celebrada sin prisa, pues no hay nada más grande que la Eucaristía. Ahí se hace presente Jesucristo el Señor en su cuerpo, alma, sangre y divinidad (CEC§1374). Y eso cuenta para todos los que acuden a la celebración: fieles, lectores, coro, monaguillos y sacerdotes. San Alfonso María de Ligorio, siendo obispo de una pequeña diócesis, observó que algunos sacerdotes celebraban la misa en 15 minutos, por eso decidió escribir un tratado en el que destacaba:
"En el altar el sacerdote representa a Jesucristo, como dice san Cipriano. Pero muchos sacerdotes actuales, al celebrar la Misa, parecen más bien saltimbanquis que se ganan la vida en la plaza pública. Lo más lamentable es que aun los religiosos de órdenes reformadas, celebran la Misa con tal prisa y mutilando tanto los ritos, que los mismos paganos quedarían escandalizados… Ver celebrar así el Santo Sacrificio es para perder la fe".
Por eso, san Juan Pablo II, en su carta encíclica Ecclesia de Eucharistia, hace un llamado a los sacerdotes a celebrar fielmente la Misa según las normas litúrgicas y a la comunidad de fieles (a la que pertenecemos todos nosotros) a adecuarse a ellas, pues de esa manera, dice el Papa santo, demuestran silenciosa pero elocuente su amor por la Iglesia.
2Un encuentro de amor
En resumen, asistir a Misa no se trata solo de cumplir un precepto, sino de tener un verdadero encuentro con Jesús que, por amor, se ha quedado para siempre con nosotros y que nos espera cada domingo (y en cada Misa) para darse entero en la Palabra y en el Pan. ¿No merece, pues, que le obsequiemos un poco de nuestro tiempo, que es suyo, en realidad? Vayamos a Misa con calma y participemos activamente, que nosotros seremos los beneficiados de tan inconmensurable amor.