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La reflexión de la Iglesia Universal en torno a la sinodalidad, motivada por el Sínodo sobre la Sinodalidad, llevó a que en cada diócesis, en cada comunidad, haya que explicar palabras y proponer ideas a cada uno de los miembros de la Iglesia. Ideas que estaban presentes seguramente, pero que ganaron más protagonismo y se fueron encarnando de distinta manera con los que están más presentes en la vida parroquial, con los que menos, con las familias, con los ancianos, y, entre otros, los niños.
La propia Santa Sede, al elaborar el logotipo del Sínodo, pone a los niños delante de todos. Distintas conferencias episcopales y diócesis abordaron trabajos sinodales con niños, involucrando a los niños en algunas de las etapas propuestas por la Santa Sede para la escucha, reflexión y etapas del trabajo local, explicándoles de qué se trata el sínodo, y escuchando lo que anidaba en el corazón.
El sínodo, explicado para los niños
La Arquidiócesis de Galvenston-Houston, en un subsidio elaborado para el Sínodo, interpeló a los niños con una pregunta para poder explicarles, de manera sencilla, qué es este momento que como Iglesia vivimos:
“Alguna vez tus papás o algún amigo te han preguntado “¿Cómo estás?”? Ellos quieren saber cómo te sientes, si estás bien o si pueden ayudarte en algo. El Papa Francisco, quien es la cabeza de la Iglesia católica en todo el mundo, también quiere saber cómo estamos nosotros (la Iglesia). Él quiere saber de qué manera estamos mostrando a los demás que somos seguidores de Jesucristo. Como el Papa no puede llamar, mandar un correo electrónico, ni un mensaje de texto a cada uno de nosotros, él nos ha pedido que nos reunamos con otras personas de nuestra parroquia para hablar sobre nuestras vidas como cristianos católicos. Esta conversación se llama Sínodo”.
El subsidio puede descargarse desde aquí.
Ellos también son un aporte importante
Recientemente, el Obispo de Morón y Presidente de la Comisión Episcopal de Vida, Laicos, Familia y Juventud de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Jorge Vázquez, presidió en su diócesis un encuentro sinodal con más de 600 niños. En el sínodo particular de esta diócesis, iniciado previo a la convocatoria del Sínodo de la Sinodalidad, hubo encuentros por decanatos, por grupos, pero no había tenido lugar aún un encuentro de niños. Según relató a Aleteia:
Fue una experiencia muy muy muy linda. Todo el mundo quedó muy impactado, y realmente fue una oportunidad de descubrir el valor que tienen los niños como miembros de la Iglesia, como miembros de la comunidad. Ellos también son un aporte importante”.
“Caminamos junto con ellos, son parte del camino. Y lo que descubrimos en el caminar con ellos, si tenemos una atención más profunda, es ver la necesidad que tienen también de ser acompañados. Y cómo captan, la permeabilidad que tienen, la permeabilidad que tienen para captar las cosas de la fe, aún en edades como 2 o 3 años”, completó.
La permeabilidad de los niños
¿Qué puede entender un niño de la sinodalidad? Al obispo le llamó la atención el nivel de comprensión, la profundidad con la que los niños intrepretaban los desafíos que la Iglesia propone a cada uno. “Me llamó profundamente la atención un chiquito que tendría 8 años. Estábamos en la Iglesia hablando, estaban cantando, y de pronto uno se acerca y me dice: ‘Padre, yo no entiendo el plan de Dios’. Yo me quedé paralizado, pero me da esta pauta. Por supuesto uno expresa que Dios nos quiere a todos. Pero veamos todo lo que podemos hacer con ellos en este caminar en la fe”, agregó.
Hacerlos protagonistas
No se trata, propone este obispo y otros que han abordado esta cuestión en distintos países, de involucrarlos en una encuesta y ya. Se trata de “hacerlos protagonistas, y aprender de ellos también”. Desde esta mirada, es una oportunidad para construir sobre el camino catequístico y dar “un rol protagónico, proponiéndoles a hablar desde el corazón”. “Como contaba en la anécdota, es asumir la pregunta, y acompañar”, ilustró.
Del caminar con los niños, quienes caminan a su vez como familia, Iglesia doméstica, rescata particularmente “la permeabilidad, y la necesidad de ser acompañados que tienen los niños, y y la necesidad de afecto, de comprensión”. Eso, aclara, lo aporta la familia, pero “también lo aporta la iglesia como familia más grande”.
La participación de los niños
Por razones obvias, en la asamblea del sínodo que hay por delante en Roma los niños no estarán presentes de manera directa, aunque sí lo estarán con la voz que de su vida cristiana fue recolectada durante las instancias de escucha en las diócesis. Sin embargo, esto no quiere decir que no puedan seguir, por un lado, viviendo sinodalidad en la Iglesia, caminando juntos, y por otro, participando activamente de esta instancia eclesial. Por ejemplo, con la oración. Y por qué no, un juego.
Entre los distintos subsidios elaborados, la Conferencia Episcopal Española elaboró una catequesis para niños que incluye, entre otros, un dado para orar por el sínodo. En las seis caras del dado para hacer en cartulina, los niños tendrán una invitación especial para rezar y para conocer un poquito más a la Iglesia. El dado, con toda la explicación, puede descargarse en este enlace.