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Hacia la mitad de A un millón de millas, José Hernández (Michael Peña) se despide de su primo Beto, con quien ha compartido estudios, trabajos, vivencias, sueños y sufrimientos. Hernández va a ingresar en la NASA de ingeniero y, como regalo, le da su coche. A cambio, Beto se quita su medalla y se la entrega. Aunque no podemos discernirla, intuimos que se trata de un emblema de la Virgen. Es solo uno de los guiños que su directora, la mexicana Alejandra Márquez Abella, va sembrando en una película en la que se percibe su interés por los valores familiares y católicos como sostén de unas vidas. Hay tres abrazos comunales en el filme: cada vez que afrontan una despedida, padres y madres e hijos y abuelos se van abrazando hasta formar una piña humana que simboliza amor, comunidad y esperanza.
A Million Miles Away está basada en hechos reales, cobrando así la forma de un biopic: la historia de José Hernández, quien cuando era niño emigró con su familia desde México a Estados Unidos. Querían prosperar y todos los miembros trabajaban a destajo (desde antes de amanecer) en los campos de cosecha. Los niños iban muertos de sueño al colegio. Ya a esa edad, José acaricia la ilusión de convertirse algún día en astronauta y viajar al espacio. Su maestra decide entrevistarse con sus progenitores para decirles que los hijos deben centrarse en los estudios si quieren alcanzar una meta.
Desde entonces, Hernández va surtiéndose de la sabiduría popular de sus familiares y de su maestra y, más tarde, de sus superiores en la NASA. La maestra le dice: "Eres una fuerza de la naturaleza. Nada te detendrá". Su primo Beto le aconseja sobre viajar al espacio: "¿Quién mejor que un inmigrante? Alguien que sabe cómo es sumergirse en lo desconocido. ¿Quién mejor que alguien así… para atreverse a abandonar este planeta, hombre?". Su padre le da los cinco ingredientes para alcanzar una meta, y los objetivos van puntuando la película, que nos introduce en los años primordiales de su vida: 1969, 1985, 1999, 2003 y 2008, cada uno asociado a uno de esos ingredientes de superación ("Encuentra tu objetivo", "Fíjate dónde estás y cuánto falta", etcétera).
El primer temporero inmigrante que viajó al espacio
Pero es una de sus supervisoras en la NASA, una hindú orgullosa de haber llegado tan alto, pese a los estereotipos de raza y de exclusión asociados a los inmigrantes, quien le dice la frase que sirve de motor de la película: "La tenacidad es un superpoder". Esa perseverancia viene asociada, en la historia contada en imágenes, a la idea de sacrificio: la palabra se repite a lo largo del largometraje.
Los ancestros hicieron sacrificios por sus hijos y nietos. Adela (Rosa Salazar), la mujer que se casa con José y con la que alumbran varios hijos, hace sacrificios para que su marido alcance su sueño. Las familias de los astronautas también se sacrifican mientras ellos afrontan largas jornadas fuera de casa y entrenamientos muy duros.
José Hernández se convirtió en el primer temporero inmigrante que viajaba al espacio. Llevó la medalla religiosa de su primo en el transbordador y fue un símbolo para los suyos. Porque a lo largo del filme tiene que luchar con los prejuicios contra los latinos y los estereotipos asociados a los inmigrantes (como esa escena en la que entra a trabajar en un despacho y la mujer de recepción cree que es "el chico de la limpieza").
A un millón de millas, con un buen trabajo de Michael Peña, es una historia de superación y de comunidad familiar. Se nos dice que, aunque es importante la lucha continua y la obstinación y la necesidad de aprender, la familia sigue siendo el pilar que nos sostiene, que sostuvo a Hernández.
Tal vez esta historia sea también una metáfora de la vida de su directora, Alejandra Márquez Abella: una mujer mexicana detrás de las cámaras que, pese a su juventud, ha conseguido trasladar este proyecto a Hollywood tras años de alternar viajes, conocimientos y experiencias (estudios en Barcelona, rodaje de cortos en México, obtención de premios, dirección de un par de episodios de la serie "Narcos", éxito con sus primeras películas: "Semana Santa" y "Las niñas bien").
A su nuevo filme, estrenado en Amazon Prime, le imprime un ritmo mediante el que logra que el interés no decaiga ni nos aburramos (es el peligro que corren algunos biopics), matizado por una banda sonora con canciones populares de cada década, algunas mexicanas y otras norteamericanas, aunque a veces deslice un par de clichés propios del género.