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"Las asociaciones de lobbies que estaban allí se han marchado. Se han dado cuenta de que no tenemos los mismos métodos que ellos: esperar reformas concretas e inmediatas de esta asamblea sinodal es como intentar comer caracoles con una paleta". Así se expresa uno de los observadores del Sínodo sobre el futuro de la Iglesia, celebrado en Roma del 4 al 29 de octubre con 464 participantes de todo el mundo.
Mientras los miembros trabajan ahora sobre la noción de "participación" en la Iglesia, y por tanto sobre las delicadas cuestiones vinculadas a la autoridad, los responsables de la secretaría del Sínodo explicaron a la asamblea en qué consistirá el documento de síntesis, sobre el que ya ha empezado a trabajar la Comisión ad hoc.
El texto será relativamente breve y deberá seguir tres direcciones, de acuerdo con el método sinodal. Pondrá de relieve los puntos de consenso surgidos de los debates en los grupos lingüísticos y en las Congregaciones Generales, luego los puntos de divergencia y, por último, propondrá pistas de reflexión, en forma de preguntas. Después corresponderá a cada cual proseguir la reflexión… Y con razón: este documento no hará sino concluir la primera fase romana del Sínodo, que deberá tener una segunda parte final en octubre de 2024. Los organizadores han dejado claro en varias ocasiones que la asamblea de 2023 no es ni decisoria ni deliberativa.
"Somos muy conscientes de que este Sínodo será evaluado en función de los cambios perceptibles que de él se deriven", subrayó el cardenal Jean-Claude Hollerich, relator general del Sínodo. Pero Roma ha decidido tomarse su tiempo durante este proceso, que comenzó en 2021.
Los temas candentes en los medios de comunicación -la bendición de parejas del mismo sexo, el acceso de las mujeres a la ordenación diaconal o sacerdotal- no parecen haber obsesionado a los miembros del Sínodo. Muchos reiteraron que este Sínodo no debe responder a cuestiones concretas, sino sentar las bases de un método de discernimiento sinodal capaz de abordar cuestiones difíciles en el futuro.
Volver a las iglesias locales
A lo largo de un año, en preparación de la próxima sesión, se presentará el Informe de Síntesis a las diócesis y parroquias, a las que se pedirá que reflexionen sobre él. Este es el leitmotiv de este Sínodo: un continuo ir y venir entre la base, el Pueblo de Dios, y la cúspide de la jerarquía. Paolo Ruffini, Prefecto del Dicasterio para la Comunicación, explicó que las "cuestiones abiertas" planteadas por los Padres y Madres sinodales requerirán "un estudio más profundo desde el punto de vista canónico, teológico y pastoral".
Este informe de síntesis no es un "documento final", ni siquiera el "Instrumentum Laboris [Instrumento de trabajo]", ha recordado constantemente el Vaticano. Su objetivo es dejar madurar las reflexiones e informar a la secretaría del Sínodo sobre las reacciones locales e incluso sobre "pistas de experimentación y de profundización", explicó el cardenal Hollerich. El objetivo es "llegar a la segunda sesión 'preparados', es decir, con una conciencia más clara por parte del Pueblo de Dios de lo que significa ser una Iglesia sinodal".
Una votación histórica
El documento de síntesis irá acompañado también de una carta en la que se contará a todos los cristianos la experiencia vivida por los miembros del Sínodo durante este mes. Es una experiencia de escucha intensa y de viaje interior, de la que muchos dan testimonio con entusiasmo. "Es un método que funciona", se escucha entre bastidores de esta reunión, que se desarrolla en su mayor parte a puerta cerrada.
La presentación de la forma que adoptará el Informe de síntesis dio lugar a la primera votación de la asamblea, un momento histórico ya que, por primera vez, 45 laicos -alrededor del 12%- pudieron participar como miembros de pleno derecho. Fue una votación simbólica, pero exitosa: 335 votos a favor frente a 11 en contra de los 346 votos emitidos.