Tal vez la película ¿Estás ahí, Dios? Soy yo, Margaret (dirigida por Kelly Fremon y basada en una popular novela juvenil de Judy Blume) pueda significar lo mismo para la generación femenina actual que lo que Cuenta conmigo (dirigida por Rob Reiner y basada en una popular novela corta de Stephen King) supuso antaño para nuestra generación masculina: una historia importante con sus toques de comedia y emotividad que habla a los preadolescentes de sus problemas, inquietudes y obsesiones.
Sin embargo, el filme de Fremon, en vez de contener en su germen un suceso traumático sobre lo que es la muerte, alberga un despertar en torno a la soledad, los cambios biológicos y la espiritualidad. Sobre hablar con alguien que está ahí fuera y necesitamos que nos escuche.
Años 70. Estados Unidos. Margaret (Abby Ryder Fortson) es una niña de unos 11 años cuyos padres se han educado en religiones distintas: Barbara (Rachel McAdams) es católica y Herb (Benny Safdie) es judío. Antes de su matrimonio y de la gestación de la hija esas diferencias alcanzaron a sus respectivos padres y desembocaron en enfados y polémicas. Cuando Margaret nació, Herb y Barbara decidieron que no la educarían en ninguna religión, para no crear más conflictos familiares, y que dejarían que ella eligiera cuando fuese adulta.
En la trama, su padre consigue un ascenso en su empleo, que les obliga a desplazarse de Nueva York a Nueva Jersey, con lo que habrá otro colegio, nuevos amigos y un barrio diferente. Margaret se horroriza ante esa perspectiva y empieza a hablarle a Dios para que la ayude a superar cada escollo. El título es el leitmotiv de la película, algo que ella repite cada vez que tiene un problema o está a solas: “¿Estás ahí, Dios? Soy yo, Margaret”.
La adaptación de Kelly Fremon entra dentro del género que en EE. UU. se denomina ‘coming of age’, es decir, películas sobre adolescentes que se van aproximando a la mayoría de edad y, por tanto, van asumiendo cambios corporales, identitarios y sociales. Margaret se une pronto a un grupo de amigas obsesionadas con esas alteraciones y sus exigencias: la proximidad de la menstruación, el uso del sostén, el guaperas del colegio que las hace suspirar, etcétera. Cuando su profesor de educación secundaria le aconseja que haga su trabajo de fin de curso sobre la religión, Margaret empieza a acudir a distintas ceremonias eclesiásticas (judía, católica, evangélica…) para saber cuál se ajusta a sus creencias.
Alguien que nos escuche
Como suele suceder en esta clase de filmes juveniles que tienen un toque de comedia, Margaret y sus amigas acabarán descubriendo que hay un abismo entre el mundo idealizado por ellas y el mundo real al que deberán adaptarse. Eso implica que sus universos personales se desmoronen. Por eso para Margaret es esencial intuir que alguien escucha sus deseos y sus plegarias. También es un modo de combatir la soledad, refiriéndonos a esos momentos en que uno está en su cuarto, a solas, y sabe que tendrá que tomar decisiones por su cuenta.
En el camino de la niña, además de las decepciones, asomará la inevitable duda. Un ejemplo de las decepciones es la llegada de la menstruación. El grupo de amigas cree que, cuando les toque la primera vez, será algo que las haga sentirse mayores, adultas, mejores. No tardarán en comprobar que solo es algo corporal que las asusta e incluso puede ser traumático.
La directora ha conseguido una película emotiva y tierna pero jamás cursi, afilada en sus chistes pero sin caer en ofensas, con la que sobre todo se identificará el público femenino, tanto las adolescentes que están viviendo esos cambios, como las mujeres que ya vivieron cosas parecidas y pueden recordar sus propias experiencias.
En las labores de productor está James L. Brooks, que es un sello de garantía en cuanto a largometrajes sobre amor, familia y amistad. Recordemos que Brooks dirigió La fuerza del cariño, Al filo de la noticia y Mejor… imposible, entre otras; y entre sus producciones más célebres se cuentan Big, Jerry Maguire y Los Simpson. En suma: una pequeña sorpresa que, incomprensiblemente, no se estrenó en cines españoles, pero puede encontrarse en alquiler y comprar en varias plataformas de streaming.