Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Probablemente no la conozcas, pero estos días en Málaga, al sur de España, está sonando su nombre: María Isabel González del Valle Sarandeses. El 18 de noviembre de 2023 se abrirá su causa de beatificación.
¿Qué es lo que ha llevado a muchos a creer que esta mujer es santa? Su original estilo de vida, las huellas que dejó en los pueblitos que recorrió y su manera de entregarse al amar dan muchas pistas.
María Isabel nació en 1889 en Oviedo, en una familia muy numerosa, de clase alta, donde recibió una exquisita educación cristiana, y de joven vivió una época en Madrid.
Tenía muchas cualidades y una personalidad muy atractiva. Sus amigos llamaban "la reina" a esta urbanita a la que le encantaba la vida social.
Un cambio de vida
En unos ejercicios espirituales experimentó una fuerte conversión y decidió retirarse a Bélmez para buscar lo que Dios quería de ella. Así fue como en 1921 conoció en Málaga al jesuita Tiburcio Arnaiz, beatificado en 2018. Este sacerdote le propuso un original proyecto de evangelización en las montañas y zonas rurales.
Así que María Isabel se fue a vivir a una choza de la remota Sierra de Gibralgalia. Ella no era ninguna neorural entusiasta del senderismo y la quietud del campo. Su intención era evangelizar a las personas necesitadas que vivían allí.
Se sentía llamada a irse "por esos pueblos de Dios, con su casina a cuestas, dando a conocer a todos, el Padre que tenemos", escribió.
Y así empezó la Obra de las Doctrinas Rurales, una asociación de seglares consagradas dedicadas a la evangelización y a la promoción cultural y social en zonas apartadas o marginales, a la que María Isabel lo entregó todo.
"Salvar almas como Tú las salvaste"
Una frase, que forma parte de su consagración a Jesús, sintetiza su espiritualidad:
Imprime con fuerza en mi corazón el deseo de salvar las almas como Tú las salvaste, con el sufrimiento, la humillación y el abandono de todos".
Ella, que había vivido en un palacio con servidumbre, deseó morir como Jesús. Y al llegar su hora, lo había dado todo para abrir escuelas y hacer apostolado. Y fue gracias a un donativo de los jesuitas que pudo pagarse el entierro.
La directora de las misioneras de la Obra de las Doctrinas Rurales, María Leticia Montero Granados, explicó a Aleteia que muchas personas aseguran haber recibido favores por intercesión de María Isabel, e invitó a pedirle ayuda para mejorar la salud, encontrar trabajo y cosechar frutos espirituales.