El signo del Nacimiento (o belén, como se le conoce en algunos países), suscita "asombro y maravilla" en los cristianos, como bien señaló el Papa Francisco en 2019 con motivo de la publicación de la carta apostólica Admirabile signum (El signo maravilloso). Contemplar el belén nos permite emprender un "viaje espiritual" hacia el Dios hecho hombre.
Como este año se celebra el 800 aniversario del primer Nacimiento de San Francisco de Asís, la familia franciscana ha sido autorizada por la Penitenciaría Apostólica a conceder una indulgencia plenaria a los fieles bajo ciertas condiciones.
Con el fin de "promover la renovación espiritual de los fieles y desarrollar la vida de la gracia", la familia franciscana afirma que los fieles que visiten las iglesias atendidas por familias franciscanas en todo el mundo y se detengan ante los belenes allí instalados podrán obtener la indulgencia plenaria.
Hay tres condiciones para obtenerlo
Esto es posible desde el 8 de diciembre de 2023, fiesta de la Inmaculada Concepción, hasta el 2 de febrero de 2024, fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo. Además de meditar ante un Nacimiento "franciscano", la indulgencia la concede la Iglesia con tres condiciones: recibir el sacramento de la penitencia, recibir la comunión eucarística y rezar por las intenciones expresadas por el Papa.
Para facilitar las indulgencias plenarias, todos los nacimientos franciscanos permanecerán vigentes hasta la Fiesta de la Presentación de Jesús, el 2 de febrero, en lugar de la Fiesta de la Epifanía, el 6 de enero.
Para los enfermos que no pueden salir de casa
Los obispos dejaron claro que incluso aquellos que físicamente no pueden visitar una iglesia franciscana podrían tener derecho a una indulgencia plenaria. Ellos escribieron:
"Asimismo, aquellos que estén enfermos, o no puedan participar físicamente, pueden igualmente beneficiarse del don de la indulgencia plenaria, ofreciendo sus sufrimientos al Señor o realizando prácticas de piedad".
Esta es una magnífica oportunidad para dar un paso personal de fe: dejarse tocar por el "Evangelio vivo" que es el pesebre y dejarse sobrecoger por la ternura de este Dios que se hizo niño y cambió así el curso de la historia.