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"La oración de Benedicto XVI, especialmente en los últimos años de su vida, se caracterizó por una intensidad creciente", dijo el antiguo secretario del Papa alemán en una homilía de casi un cuarto de hora, pronunciada con ocasión de la Misa en memoria de Benedicto XVI, celebrada en el altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro en la mañana del 31 de diciembre de 2023, un año después de la muerte del Papa emérito. Mons. Gänswein recordó el apego de Benedicto XVI a la Navidad, que había descrito como "el día más hermoso del año" el 25 de diciembre de 2022, una semana antes de su muerte.
En la fiesta de la Sagrada Familia, que conmemora "el primer aniversario de su regreso a la Casa del Padre", monseñor Gänswein recurrió a la vida de oración de Benedicto XVI para ayudarnos a comprender "el misterio de la Iglesia, que es la gran familia de Dios".
Volviendo al Evangelio de san Lucas del día, Mons. Gänswein subrayó que "el corazón contemplativo de la Madre de Dios es un modelo para todo creyente que observa y confronta las palabras y las acciones de Jesús". Esta confrontación lleva siempre a "progresar en el conocimiento de Jesús, a entrar en amistad con Él, que se hace así contagiosa", y favorece el desarrollo de una "Iglesia misionera".
"En los años que siguieron a su renuncia al ministerio petrino, Benedicto XVI se dedicó sobre todo a esta dimensión de la vida de fe", la oración y la meditación, subrayó el arzobispo alemán. Monseñor Gänswein, con la voz entrecortada por la emoción, citó las palabras de Benedicto XVI en el último rezo del Ángelus como Papa reinante, el 24 de febrero de 2013:
"El Señor me llama a esta 'subida de la montaña', a dedicarme aún más a la oración y a la meditación. Pero esto no significa abandonar a la Iglesia; al contrario, si Dios me pide esto, es precisamente para que pueda seguir sirviéndola con la misma dedicación y amor con que he tratado de hacerlo hasta ahora".
Durante sus casi diez años como Papa emérito, Benedicto XVI pudo desarrollar una "intimidad singular" con Dios, de forma silenciosa, como san José, de quien los Evangelios no conservan ninguna palabra pública. El Papa emérito, que vivió una intensa vida cotidiana de oración, marcada por "su amor a Jesús y a María", experimentó la Eucaristía como "fuente de luz y fuente de consuelo", según su secretario.
"Cordialidad, sencillez y humildad" fueron las señas de identidad de sus relaciones con sus visitantes y con quienes le rodeaban, recordó el arzobispo Gänswein, destacando su dinámica de "doble comunión con Dios y entre nosotros". "A pesar de todas las fragilidades humanas que forman parte de su fisonomía histórica", la Iglesia está llamada a ofrecer "una maravillosa creación de amor, hecha para acercar a Cristo a cada hombre y a cada mujer", subrayó.
También recordó que es en la Eucaristía donde la Iglesia se construye como "familia de Dios", haciendo memoria de los difuntos. "Reunidos en torno a la memoria de Benedicto XVI, estamos sinceramente agradecidos por el don de su vida", dijo monseñor Gänswein, subrayando "la profundidad de su teología". El arzobispo alemán, de 67 años, concluyó su homilía con lágrimas, rindiendo homenaje a este "sencillo y humilde trabajador de la viña del Señor".
La emoción de Mons. Gänswein
La homilía del arzobispo Gänswein, pronunciada en italiano, fue interrumpida por sollozos que conmovieron al auditorio. Entre los varios centenares de fieles presentes se encontraban algunos antiguos colaboradores del Pontífice alemán, como el fotógrafo Francesco Sforza, su mayordomo Sandro Mariotti -ambos siguen trabajando para el Papa Francisco- y el antiguo organizador de los viajes papales, Alberto Gasbarri.
También estuvieron presentes las Memores Domini, las laicas consagradas que acompañaron a Benedicto XVI en sus ejercicios espirituales en el monasterio Mater Ecclesiae, cuyas llaves han sido entregadas a monjas contemplativas argentinas.
Concelebraron la Misa unos cincuenta sacerdotes y obispos, entre ellos el padre Federico Lombardi, Presidente de la Fundación Ratzinger, el cardenal suizo Kurt Koch, Prefecto del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, y el cardenal alemán Gerhard Ludwig Müller, Prefecto emérito del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.
Al final de la celebración, los concelebrantes y el círculo de amigos y familiares de Benedicto XVI se trasladaron a la cripta de la Basílica de San Pedro para un momento de oración ante la tumba del Papa alemán.
La Misa se celebró durante la habitual Misa dominical de las 8 de la mañana, según un acuerdo alcanzado con el cardenal Mauro Gambetti, arcipreste de la basílica de San Pedro. La liturgia fue solemne pero sobria, en ausencia del Papa Francisco, que había celebrado el 3 de noviembre la Misa de sufragio en memoria de Benedicto XVI y de los obispos y cardenales fallecidos en el último año.
Esta Misa fue la primera liturgia celebrada públicamente por el arzobispo Gänswein en el Vaticano desde que fue enviado de vuelta a Alemania por el Papa Francisco la primavera pasada.