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La persona humana, creada a imagen de Dios, es un ser a la vez corporal y espiritual (CEC 362), además, es sociable por naturaleza, por eso siempre buscará gente afín a ella y pertenecer a grupos donde se sienta aceptada y querida. Con algunos formará lazos más fuertes que con otros, ya sea para su bien o para su perjuicio. Es aquí donde surge la pregunta: ¿en qué beneficia a los jóvenes pertenecer a un grupo parroquial?
Para saber un poco más, Aleteia pidió al Pbro. José Manuel García Gómez, apoderado legal de la Diócesis de Celaya, que nos contara su experiencia.
Siete años en el grupo
El presbítero narra que fue miembro activo de su grupo juvenil durante siete años. Desde muy joven sintió la inquietud de irse al seminario, pero su madre quiso que primero estudiara una carrera y luego, lo que él decidiera hacer, estaría bien. Por eso, antes de ingresar, se integró al grupo de su parroquia, donde tuvo muchas actividades y estudió temas sobre la doctrina cristiana; por supuesto, todas las experiencias lo ayudaron a formarse como persona.
Por eso, comenta que los jóvenes tienen muchos beneficios al pertenecer a un grupo. Por ejemplo, menciona, "la amistad que uno va teniendo con los compañeros, va creciendo ahí", porque comparten con otros la fe. Además, en su caso hicieron muchas obras benéficas, como regalar juguetes a los niños o realizar eventos para apoyar con despensas a las familias necesitadas y adultos mayores.
"Creo que también fue una concientización social", reflexiona el sacerdote. No se limitaban únicamente a recibir temas, que es parte de la formación, sino que se les fue mostrando el compromiso social y humano que tienen como parte de la comunidad.
La Eucaristía como parte esencial
Recuerda que su grupo también servía en la Eucaristía leyendo o participando como colectores. Además, organizaban cada año la Pascua para jóvenes y los encuentros diocesanos, por eso dice "creo que sí recibimos mucho a través del grupo juvenil , pero también era dar para que otros conocieran a Cristo".
Agrega que "al final, hay una gran riqueza en que los jóvenes se unan a los grupos juveniles".
Por supuesto, se les hablaba de la vocación al matrimonio, a la vida religiosa, al sacerdocio y a la vida célibe, y, como era de esperarse, surgieron noviazgos y varias parejas que contrajeron matrimonio siguen dando buen testimonio cristiano, algo que el presbítero atribuye a la vivencia de grupo, lo que alienta a encontrar una respuesta a quien busca cómo vivir más de cerca con Cristo.