Consciente de que "los jóvenes viven sin tener oportunidad para detenerse y ver de dónde y hacia dónde van, llevados por esta vida que es cada vez más veloz, más ágil, más cómoda", el padre Manuel Díez LC sabe que las circunstancias no son sencillas, pero está convencido de que "los jóvenes de hoy tienen el corazón creado por Dios y (es un corazón) que sigue anhelándolo. Simplemente las circunstancias son las que a veces nos dificultan escucharlo o mantener el corazón cuidado".
Desde hace unos meses dirige, desde Guadalajara, un nuevo programa de discernimiento vocacional de los Legionarios de Cristo que permite a los jóvenes hacer una pausa para discernir y verificar por dónde quiere el Señor que vayan, ya sea a una vida religiosa, laical, sacerdotal o matrimonial.
Este trabajo que realiza con los jóvenes que desean conocer la vocación específica del Regnum Christi y escuchar la voz de Dios en sus vidas lo ha impactado porque ve "cómo Dios es fiel y es un padre amoroso".
"Impacta en mi vocación porque me convence de que no hay cosa mejor que esta vida con el Señor y que Él es amor para todos, para quien se pone dispuesto a Él".
La propia vocación
El padre contó para Aleteia que su propia vocación sacerdotal fue "un camino de regreso". De niño habló con Dios sobre ser sacerdote, pero al crecer, sus planes eran diferentes. Al graduarse de Derecho escuchó el llamado de Dios a ser misionero; después de un tiempo de duda, decidió dedicar un año de su vida a la misión y fue enviado a Chiapas y Tabasco, en México. Ahí encontró su vocación.
"Dios entró a mi vida y cambió todo, no tenía intención, para nada, de ser sacerdote (...) Esperaba una vida, más bien aburrida, y es increíble. No hay un día igual a otro y la cantidad de sorpresas que Dios te puede dar es espectacular. Estoy muy agradecido, sigo descubriendo. Apenas llevo cuatro años y medio de sacerdote".
La vocación común es la vocación bautismal
El padre Manuel está convencido de que todo joven debe pasar por un proceso de discernimiento pues "el discernimiento de espíritus es un pilar fundamental de la vida espiritual". Y recuerda que "la vocación común es la vocación bautismal"; por tanto, el llamado vocacional, simplemente, trata sobre "las formas de llevar a la plenitud nuestra vocación de bautizados".
¿Y cómo escuchar el llamado específico y responder a él? El padre utiliza como ejemplo el gimnasio, a donde no podemos llegar, sin ningún entrenamiento previo, a levantar más de 100 kilos.
"Algunos jóvenes, con falta de musculatura espiritual, van a tener dificultad para levantar un peso así, aunque escuchen la voz y el llamado. El trabajo espiritual te va a permitir todo esto".
Pero, añade, en el proceso de discernimiento existe una ventaja que no se tiene cuando hablamos solamente de una cuestión fisiológica: "Dios, dueño de tu alma, te puede dar la gracia en cualquier momento".
Cultivando esa relación personal, los miedos o resistencias personales se van superando. "Tienes que aceptarlo como María aceptó su vocación".
Cómo escuchamos a Dios
El padre Díez asegura que "el discernimiento no es tanto sobre cómo te convencen a ti de llegar a ser, sino sobre cómo escuchamos a Dios. Y Dios te va a dar el mensaje de cuál es la plenitud de tu vocación. Te confirma y te dice por dónde tienes que ir, sin quitarte el apoyo si no lo sigues, sin afectar tu libertad".
Después de 15 años como religioso, y cuatro de sacerdote, en los que ha acompañado a otros religiosos antes de la ordenación sacerdotal en ejercicios espirituales, ahora dedica su ministerio al acompañamiento de jóvenes laicos para que "siguiendo su relación con Dios, hagan lo que el Señor les pida, en el momento en el que Él se los pida".