Todavía impedido físicamente, el Papa Francisco volvió a disculparse por no poder leer su catequesis a los miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro para la audiencia general del 20 de marzo de 2024. En su enseñanza, leída por un tercero, el Papa Francisco elogió a la persona prudente, aquella que sabe actuar con "su inteligencia" y "su libertad".
Bajo un sol primaveral, el Papa Francisco recorrió primero la plaza de San Pedro en su papamóvil para saludar a los peregrinos, antes de dirigirse a la plaza frente a la basílica. Una vez más, dijo que no podía leer su texto. Desde que el 24 de febrero anunció que cancelaba una serie de citas debido a "una ligera gripe", el Papa Francisco ha delegado la mayoría de las lecturas en sus discursos.
La persona prudente es la que sabe elegir
En su catequesis sobre la virtud de la prudencia, el Papa Francisco explica que esta virtud cardinal no es "la virtud de la persona temerosa, siempre vacilante". Al contrario, la persona prudente es creativa: "razona, evalúa, busca comprender la complejidad de la realidad y no se deja desbordar por las emociones, la pereza o la presión de las ilusiones".
Citando a Santo Tomás de Aquino, que siguió los pasos de Aristóteles, el Papa define la prudencia como "la capacidad de gobernar las acciones para orientarlas hacia el bien". En resumen, "la persona prudente es la que sabe elegir".
Para lograrlo, la persona prudente debe ante todo saber lo que quiere, "luego reflexionar sobre la situación, pedir consejo y, con amplitud de miras y libertad interior, elegir el camino a seguir".
Quien gobierna debe ser prudente, subrayó el Pontífice. "Sabe que administrar es difícil, que hay muchos puntos de vista y que hay que tratar de armonizarlos, que hay que hacer el bien no a unos pocos sino a todos", añade.
Por último, la persona prudente "sabe conservar la memoria del pasado", porque "sabe que la tradición es un patrimonio de sabiduría". "No es bueno pensar siempre que el mundo empieza con nosotros, que tenemos que afrontar los problemas desde cero", insiste el Papa, que concluye su enseñanza recordando que muchos pasajes del Evangelio ayudan a educar en la prudencia (cfr. Mt 7,24-27; cfr. Mt 25,1-13; Mt 10,16).