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El Gran Asedio de Malta: la victoria a través de la esperanza

Detalle de la nueva cúpula pintada por Manuel Farrugia en la Colegiata Parroquial de San Lorenzo de Città Vittoriosa (Birgu), que representa la intervención de María durante el Gran Asedio.

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Daniel Esparza - Jean Pierre Fava - publicado el 14/04/25
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La fe del pueblo maltés y su devoción inquebrantable a la Virgen transformaron lo que parecía una derrota segura en un momento de gracia y esperanza

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En 1565, Malta tuvo que enfrentarse a su Goliat: el poderoso Imperio Otomano lanzó un asedio masivo contra el pequeño archipiélago. Decidieron conquistar la legendaria encrucijada mediterránea. Y aun así, contra todo pronóstico, los malteses y los Caballeros de San Juan salieron victoriosos, un resultado atribuido no solo a la estrategia militar, sino a la fe inquebrantable y a la intervención divina.

Este extraordinario triunfo el 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María, es uno de los testimonios más significativos del poder de la oración, la gratitud y la devoción a Nuestra Señora en la historia cristiana.

Comienza el Gran Asedio

El 18 de mayo de 1565, una armada otomana de más de 200 navíos de guerra con 30 mil soldados llegó a las costas de Malta. Los defensores de la isla, una combinación de los Caballeros de San Juan y combatientes malteses de todas las clases sociales, sólo sumaban 6 mil hombres. Los invasores estaban decididos a aplastar el pequeño bastión cristiano que servía de baluarte a la cristiandad occidental.

El asedio fue brutal, con bombardeos incesantes y feroces asaltos. Las ciudades de Birgu y Senglea soportaron el mayor peso del ataque, con sus fortificaciones bajo el constante fuego otomano. A pesar de la escasez de recursos y el poder abrumador de sus adversarios, los defensores se mantuvieron firmes, fortificados por su fe.

Malta
El sitio de Malta: Ataque al puesto de los caballeros castellanos, 21 de agosto de 1565, por Matteo Perez d'Aleccio (1547 – 1616)

Recurriendo a Nuestra Señora

Durante todo el asedio, los malteses y los Caballeros recurrieron constantemente a la oración, encomendando su causa a la Santísima Virgen María. El Gran Maestre Jean Parisot de la Valette rezaba fervientemente ante el icono damasquinado de Nuestra Señora de Damasco, pidiendo su intercesión. Los defensores sabían que su supervivencia no dependía únicamente del esfuerzo humano, sino de la ayuda divina.

Sus plegarias fueron escuchadas. El 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de María, las fuerzas otomanas abandonaron inesperadamente el asedio. Los malteses y sus aliados habían vencido. El Gran Maestre de la Valette, abrumado por la gratitud, depositó su espada y su sombrero en los escalones del altar de la iglesia de Nuestra Señora de Damasco, dedicando la victoria a la Santísima Virgen.

The Greek Catholic Church of Our Lady of Damascus

Nuestra Señora de la Victoria

La victoria se celebró como un milagro mariano, y los malteses empezaron a honrar a María como "Nuestra Señora de la Victoria" (Il-Madonna tal-Vitorja). Para conmemorar su intercesión, La Valette fundó una nueva ciudad, La Valeta, y se aseguró de que su primer edificio fuera una iglesia dedicada a la Natividad de María. Del mismo modo, las ciudades de Birgu y Senglea adoptaron nuevos títulos, Città Vittoriosa (Ciudad Victoriosa) y Città Invicta (Ciudad Invicta), respectivamente, como testimonio de su milagroso triunfo.

La devoción a Nuestra Señora de la Victoria no se limitó a Malta. Pronto se extendió desde el archipiélago a todo el Mediterráneo. De hecho, solo seis años más tarde, el 7 de octubre de 1571, se produjo otra milagrosa intervención mariana en la batalla de Lepanto, una victoria considerada imposible de no haber sido por el triunfo maltés, que inspiró a la Liga Santa, ampliamente superada en número, liderada por los Estados Pontificios y las fuerzas cristianas aliadas. En ella, la Liga derrotó a la flota otomana después de que el Papa san Pío V llamara al rezo universal del Rosario. En agradecimiento, el Papa instituyó la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, originalmente llamada Nuestra Señora de la Victoria.

Malta
La iglesia de Nuestra Señora del Pilar en su estrecha calle de La Valeta

Un legado de protección mariana

La devoción mariana de Malta se profundizó a lo largo de los siglos, con numerosas iglesias y santuarios dedicados a la Natividad de María, incluido el Santuario Mariano Nacional de Mellieħa, que forma parte de la Red Mariana Europea. La veneración maltesa de María como protectora e intercesora ha seguido siendo una fuente de esperanza en momentos de peligro. De hecho, Malta es conocida por sus singulares peregrinaciones marianas. Por ejemplo, el Camino Mariæ Melitensis. La ruta de 60 kilómetros (37 millas) desde Castrum Maris hasta Mellieha, creada por XirCammini en colaboración con VisitMalta, ha entretejido algunos de los hitos más significativos de la rica devoción mariana de Malta. La información para ayudar al peregrino y obtener la credencial del camino está disponible en el sitio web dedicado o en el sitio web genérico de XirCammini.

El Gran Asedio de 1565 fue más que una victoria militar: fue un triunfo espiritual. La fe del pueblo maltés y su inquebrantable devoción a Nuestra Señora transformaron lo que parecía una derrota segura en un momento de gracia y esperanza. Su gratitud a Dios y a María se expresó no sólo en sus oraciones y exvotos, sino también en su compromiso de construir una ciudad, numerosas iglesias y una cultura que honrara a su Madre Celestial.

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Mientras meditamos sobre los acontecimientos de 1565 y posteriores, recordamos las palabras de san Pío V, el "Papa del Rosario": "El Rosario es un arma contra los males del mundo actual". Era cierto entonces, y sigue siéndolo ahora. Las victorias de Malta a través de la fe son un testimonio del poder de la oración y del amor imperecedero de Nuestra Señora de la Victoria.

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