Justo antes de la Semana Santa de este año, los dos contrajeron matrimonio en la capital de España. Ambos son de Madrid y provienen de familias más o menos numerosas. Los dos trabajan en el sector textil, Mónica más dedicada a la moda y Juan más enfocado a la decoración de interiores.
Antes de conocerse, Juan pasó por una depresión. Se refiere a ella como “un vaso que se llenó y se desbordó”. Con pocas ganas de vivir, estuvo ingresado en la clínica psiquiátrica varios días. Gracias a la medicación y al deporte volvió a la vida y desde entonces está bastante mejor.
Seis meses después, el 22 de octubre de 2013, amaneció con una mañana lluviosa. Juan tenía entonces 24 años. Cogió la moto para ir a una entrevista de trabajo, pero antes de llegar a su destino ésta le patinó por el agua y cayó al suelo invadiendo el carril contrario. En ese momento pasaba un coche que lo arrolló con fuerza, dejándolo gravemente herido y parapléjico.
La nueva vida en silla de ruedas
Diez días en coma, dos meses hospitalizado en La Paz y cuatro meses en Toledo, donde se encuentra el Hospital Nacional de Parapléjicos y hacen una labor encomiable. Juan aprendió allí a ganar autonomía en su nueva vida en silla de ruedas. “Es como una mili”, me confiesa. (La mili era el servicio militar que hubo en España hasta diciembre de 2001).
Como es lógico, su familia y amigos sufrieron en esta época por Juan y sus antecedentes en materia de salud mental. Sin embargo, él se lo tomó como un reto y no se hundió.
Un noviazgo a raíz de una peregrinación a Tierra Santa
Después de lo ocurrido, Juan no pensaba en un noviazgo. Tenía muy asumido que su nueva vida era esa y que su única responsabilidad era él mismo.
Pero hace cuatro años, en un puente de mayo, decidió que quería ir a Tierra Santa. Tenía muchas ganas de conocer aquellas tierras pero no tenía ningún amigo que le pudiera acompañar. Sin embargo, en el aeropuerto, delante de la puerta de embarque, conoció a un grupo de jóvenes que también se dirigía a Tel-Aviv, entre los que estaba Mónica. Y se unió a ellos.
Para Mónica este viaje era algo conocido, pues solía escaparse de vez en cuando a la ciudad de Belén al Hogar Niño Dios, una casa de niños con discapacidades. “Es mi sitio favorito del mundo”, exclama feliz. De esta forma, unieron el voluntariado en el hogar con una peregrinación muy especial llena de momentos increíbles y únicos. Y ahí empezó su historia de amor.
Preparando su corazón
Para Mónica fue extraño, al principio, pues nunca había tenido contacto con una silla de ruedas, sin embargo asumió su papel. Tal vez Dios la fue preparando a través de esos viajes a Tierra Santa y toparse con la discapacidad de frente. Fue preparando su corazón para el momento de conocer a Juan.
Obviamente ella ha tenido sus momentos de miedos e inseguridades pues aunque soñaba con formar una familia, jamás contempló esta idea. Su familia ha sido de gran ayuda. Por ejemplo, su padre adaptó las cuestas de su casa para que Juan pudiera moverse sin problema.
En el verano de 2021 Juan le pidió matrimonio a Mónica y me dicen aliviados que la pandemia no les ha afectado lo más mínimo.
Un vals que habla de amor verdadero
“El primer baile de casados fue improvisado”, me confiesa Mónica. Nadie lo sabía, ni siquiera sus familiares. Sólo unas semanas antes de la boda Juan se lo replanteó, aunque a Mónica le parecía un poco locura y como dice ser un poco vergonzosa le daba pánico pensar en el momento. Sin embargo, como sería una vez en la vida, se lanzaron. Contaron su idea a los padrinos para evitar ponerse nerviosos pero sobre todo para recibir la ayuda en el momento preciso.
Con la canción de Edelweiss de la película Sonrisas y Lágrimas, Mónica y su padre inauguraron el vals entre lágrimas de emoción. Juan aguardaba sentado en su silla a la espera del momento en que interrumpiera el baile para protagonizarlo él. A su lado, como dos muletas, se encontraban los hermanos de Mónica: a la señal de Juan lo ayudaron a incorporarse y a sujetarlo de pie para dejarlo caer sobre los hombros de su reciente esposa.
"El mejor baile de nuestras vidas"
Resultó ser “el mejor baile de nuestras vidas”, describen los novios. Lleno de emociones y sensaciones que no se les olvidarán en la vida, convirtiendo el momento en la única foto que tienen de pie.
No sólo se trata de un vals de unos recién casados. El baile habla de amor verdadero, de amor que trasciende a pesar de la enfermedad y la discapacidad. Habla de confianza y esperanza. Un mensaje que cala hondo en una sociedad donde abunda el individualismo y la falta de entrega.
Les pregunto a Juan y Mónica sobre su nueva vida en La Coruña y me confiesan que de soltero Juan sí tenía la casa más adaptada, sin embargo ahora lo tienen un poco complicado. Me comentan que sólo sería necesario un baño cómodo y el resto poco a poco. Cada día que pasa aprenden nuevas necesidades o distintas formas de hacer las cosas.
Sobre el futuro me cuentan que se presenta incierto. Acaban de empezar su nueva vida en Galicia, lejos de sus familias y comodidades. Así que estos primeros meses están siendo pequeñas sorpresas constantemente. Su deseo inmediato es que vengan a visitarlos familia y amigos.
En cuanto a tema hijos, lo están deseando. Para Mónica siempre ha sido su sueño y lo refleja con su amor por sus sobrinos.
“Antes de los 40 volveré a andar”
Y en cuanto a Juan, vive al día, sin mucha mejoría por el momento. Tiene una anécdota de un supuesto viaje ancestral mientras estuvo en coma, en el que San Pedro le dice que le toca purgatorio o a la tierra en silla de ruedas. Incluso el santo le aseguró que a los 34 años sería millonario y antes de los 40 volvería a andar. Él no pierde la esperanza.
Seguimos de cerca a esta pareja tan bonita y les deseamos todo lo mejor en esta nueva etapa que han iniciado.
Aquí puedes ver una galería de fotos que hablan del amor de Juan y Mónica y de su historia: