La Iglesia católica confiesa que el matrimonio natural y válido es sacramental y consumado, es radicalmente indisoluble y, por tanto, nadie lo puede romper. Esta no es una afirmación caprichosa, porque su fundamento está en la propia naturaleza del amor conyugal.
Hay una forma de relación que se diferencia de las demás y que surge de un amor especial, una relación que es la culminación de un camino que se inicia cuando un varón y una mujer se enamoran y descubren que la existencia del otro hace su vida mejor.
Como saben los enamorados, encontrar a la persona amada es elegirla, preferirla entre todas las personas del mundo; descubrir que la vida es mejor cuando la persona amada forma parte de ella y querer compartir todos los días de la vida.
Este amor, que hace nuevas las cosas, da vida a los que se aman, saca de ellos lo mejor de sí mismos. Amar al otro en toda su persona supone pasar de una atracción inicial -motivada por los aspectos positivos- a quererle en toda su totalidad, con sus virtudes y sus defectos.
El amor de una pareja, cuando es verdadero, se experimenta con unas características que todo enamorado vive:
1Amor de elección
Se prefiere a esa persona entre todas las demás, no a manera de renuncia, sino por elegir con amor y de forma libre.
2Amor fecundo
Es un amor que crece día a día y que saca la mejor versión de ambos, de tal forma que se convierte en un matrimonio fecundo y dispuesto a ser virtuoso.
3Amor que pide una unión
La vida se hace mejor cuando la persona que amas forma parte de tu proyecto de vida, por lo que se manifiesta en el deseo de unión de los cuerpos como expresión de la donación total. Es decir, te doy mi cuerpo, porque te doy toda mi persona, y recibo con alegría y gratitud tu cuerpo, tu persona y todas las consecuencias que surjan de esta unión.
El matrimonio natural
Estas son, precisamente, las características de la unión matrimonial natural:
- Es definitivo: por lo que queremos compartir toda la vida con esa persona.
- Es fiel: nos elegimos y entregamos mutuamente de modo exclusivo todos los días de la vida.
- Es fecundo: este amor nos da vida, y también a otros.
Y se expresa a través de la entrega en un acto sexual con dos dimensiones inseparables: manifestarse el amor (unitiva) y abrirse a recibir como un don la vida que nace del mutuo amor (generativa).
La unión matrimonial es siempre fiel, definitiva y fecunda
Dimensión unitiva y generativa son dos caras de la misma moneda:
La corporeidad sexuada "no es solo fuente de fecundidad y procreación, sino que posee la capacidad de expresar el amor: ese amor precisamente en el que el hombre-persona se convierte en don" (Amoris Laetitia, n. 121).
Cuando dos enamorados deciden que ese amor no quieren que ese amor sea pasajero, sino definitivo, hablamos de matrimonio. Casarse es un acto de libertad, una elección de amor de una persona y de la forma de vivir la unión de amor con ella: hay otros tipos de unión para vivir un amor parecido, pero no igual que el amor conyugal que es un amor total y que lleva a una entrega también total.
Por tanto, si los novios deciden contraer verdadero matrimonio, lo eligen con su estructura natural, con sus elementos y propiedades esenciales de unidad e indisolubilidad, y con sus fines: el bien de los cónyuges y la fecundidad de su unión.
La Iglesia Católica, reconoce la estructura del verdadero amor entre varón y mujer y la propone como la mejor manera de vivir ese amor. Y, como no lo inventa, no puede cambiar el concepto de matrimonio; tampoco es una cuestión confesional o que debería "adaptarse a los tiempos".
La Iglesia Católica propone el matrimonio como la forma más auténtica y verdadera de vivir una unión amorosa no por capricho, ni por imponer cargas: todo lo contrario, lo hace porque vivir así es un camino de plenitud.