La adolescencia es una de las edades más complicadas, de profundos cambios a nivel físico, psicológico y social. Es la etapa en la que los niños y niñas se asoman al mundo de los adultos tratando de encajar en esa vida vertiginosa llena de problemas, decisiones y retos.
De hecho, la propia adolescencia ya es un reto, mucho más complicado que los que se publicitan en Tik Tok.
Esos cambios en la pubertad no siempre van acompañados de la aceptación por parte de ellos. La falta de madurez y la inseguridad propia de estas edades hace que les cueste admitir los cambios que están experimentando.
Por ello no es de extrañar que uno de los grupos más vulnerables en torno al suicidio sean los jóvenes de 15 a 29 años. En 2021, la OMS reconoció que esta era la cuarta causa de muerte no natural en todo el mundo para este grupo etario. En México, durante el 2022 se registraron 8 mil 237 suicidios, lo que representa un promedio de 22 casos por día.
Este tema es alarmante y pone en primera plana los tabús y estigmas que trae consigo el suicidio. ¿Qué sucede con nuestros jóvenes para que tengan deseos de quitarse la vida? Aleteia ha mantenido una entrevista con el doctor Nicolás Ramírez, psiquiatra en el área de Salud Mental del hospital Sant Joan de Déu de Barcelona.
¿Qué está pasando, doctor? ¿La pandemia agudizo este problema?
Ahora hay mucha alarma en torno al suicidio, especialmente porque tras la pandemia se puso el foco en nuestra salud mental y en cómo nos iba a afectar todo esto. Sin embargo, quiero remarcar que esta tendencia es de hace años. Lo que sucede es que la pandemia hizo florecer el problema.
La adolescencia es esa etapa en la que la vida empieza a hacerse cuesta arriba, a veces difícil de soportar. Es una época de fuerte crisis y de gran fragilidad, donde las emociones van y vienen, y por tanto se es susceptible de caer en las garras del suicidio.
¿Cómo se llega al suicidio? ¿Qué pasa por la cabeza de un adolescente para querer quitarse la vida?
Un joven que se quiere quitar la vida llega a estas ideas cuando tiene sentimientos de profunda soledad. Además, la adolescencia es una época en la que los adolescentes se dan poco valor, pues están en plena edificación de su propia autoestima.
Es un momento en el que ejercen gran influencia sus iguales. Los adolescentes necesitan reafirmarse como parte de un grupo. Es la época de los retos, de ver quién es el más valiente, recordemos la Ballena Azul.
En la pandemia esta influencia se vio reducida fuertemente al tener que evitar el contacto con sus iguales. Y precisamente el adolescente, que huye de la influencia familiar, se encontró de repente encerrado en casa con su familia.
Señales de alarma
¿Dónde hay que poner el foco? ¿Cuáles son las señales de alarma?
El foco debe ser preventivo, estableciendo unas líneas de comunicación fluidas. Los adolescentes se distancian, pero eso no significa que no nos necesiten. Debemos estar alerta.
Hay que hacer un esfuerzo desde la distancia, respetando su autonomía. No agobiando o controlando, sino por enterarnos de lo que le sucede y necesita.
Hay que ser padres presentes. En algún momento el adolescente necesitará abrirse y contar qué le pasa. Para eso hay que estar disponibles.
A veces se tratará solo de un mal día. Pero cuando el problema dura semanas, es que se trata de algo más serio.
¿Qué ayuda y qué no, en la comunicación con alguien que tiene ideas suicidas?
Primero, no tengamos miedo a hablar de estas cosas. Tampoco hay que minimizar o decir que es una tontería, porque eso es peor todavía. Hemos de darle importancia aunque objetivamente no la tenga, porque para el adolescente sí la tiene.
Nuestro mundo y el de ellos difieren mucho en cuanto al nivel de importancia que tienen las cosas.
No esperemos a que acudan a nosotros. Mantengamos una actitud abierta y formulemos ideas como: “Te veo triste, cualquier cosa que te pase sabes que me la puedes contar…”
Actuar ante los primeros signos
¿Qué dinámica o protocolo hay que seguir en casa cuando alguien se quiere quitar la vida?
Después de haber estado observando a nuestro hijo por un tiempo corto, si detectamos que está triste o aislado, sin ganas de disfrutar de cosas que antes sí disfrutaba, hay que actuar de inmediato.
Lo mejor es acudir a un profesional de salud mental que tenga los conocimientos adecuados para ayudarnos.
Por lo general se suele actuar tarde. Vamos dejando pasar las semanas y el problema se hace grande. No hay que tener miedo a acudir a un profesional. Bien que cuando nos duele el tobillo, no tardamos en acudir al traumatólogo. No esperamos a estar con muchísimo dolor.
El profesional de primer contacto será un psicólogo, quien valorará la trascendencia y si precisa o no de un médico psiquiatra.
Al tratarse de un adolescente, nos podemos encontrar que no quiera recibir ayuda. No debemos obligar, pero sí tratar de convencer de que es lo mejor para él. Al obligar se produce un efecto negativo y el adolescente se cierra.
Como padres, ¿qué tenemos que reforzar?
Sobre todo la vida social del adolescente para que no sea siempre fuera de casa. Que gran parte de la actividad sea dentro del hogar y así incrementar la influencia desde la familia. Estar atentos a todo lo conductual y anímico.
En esas charlas con ellos es bueno recordar la propia adolescencia como un período de cambios pero también de grandes ilusiones y proyectos.
Y por último, vigilar los patrones de sueño, alimentación, vida social, deporte, etc.
¿Qué relación hay entre el suicidio y las redes sociales?
Existe una estrecha relación entre ambos. Pueden ser muy beneficiosas pero encierran también muchos mensajes destructivos para quien las usa. Imagínate si el usuario es un adolescente inmaduro, con autoestima baja… El resultado es demoledor.
Por ejemplo, con Instagram nos podemos quedar con la parte superficial de la aplicación como es compartir imágenes. Pero por debajo puede provocar comparación, envidia y la consecuente impresión de que la propia vida no vale.
Un peligro que está en auge
Además, quiero destacar algo que está muy en auge y es el hecho de grabar momentos íntimos de terceros, subirlos a la red y viralizarlos, con consecuencias catastróficas. La víctima suele tener tentativa de suicidio fruto de la exposición al ridículo que ha sufrido.
Como padres tenemos que ser fuertes y retrasar al máximo las pantallas. Cuanto más maduros sean mejor.