La Historia de la Educación en gran medida se apoya en las grandes aportaciones de los santos.
Estas personas, con su propia vida y testimonio, abrieron camino a nuevas formas de entender la educación. No sólo hicieron sabias reflexiones sobre cómo educar o desarrollaron grandes teorías pedagógicas sino que las pusieron en práctica y crearon diversas instituciones, a través de las cuales convirtieron todas sus teorías en realidad.
Tradicionalmente, la Iglesia católica ha sido pionera en el campo de la enseñanza. Son muchos los santos que han contribuido a la creación de la escuela católica tal y como la conocemos ahora.
Se trata de santos que han sido fundadores de instituciones educativas. A continuación, pasaremos a conocer más de cerca la vida de algunos de ellos.
San Ignacio de Loyola (1491-1556)
Íñigo de Loyola, san Ignacio, fundó en el siglo XVI más de cien colegios. Fue un santo que tenía muy claro que para educar no basta con un liderazgo personal sino que para él se requiere un liderazgo a la luz de la fe.
La educación es para San Ignacio una tarea motivadora que busca la transformación de las personas y la sociedad.
San José de Calasanz (1557-1648)
A finales del siglo XVI, san José de Calasanz irrumpió en Europa con el concepto de lo que es la escuela pública cristiana o escuela gratuita.
Comenzó su andadura con la primera escuela gratuita en la sacristía de una iglesia del Trastevere en Roma.
Sus principios básicos se fundamentaban en entender al niño como imagen de Dios.
Santa Juana de Lestonnac (1556-1640)
A principios del siglo XVII aparece la figura de la Santa Juana de Lestonnac. Ella fue la fundadora en 1607 de la Compañía de María, la primera congregación religiosa femenina de enseñanza.
Su lema fue siempre "pasión por los otros". Su presencia supuso un avance enorme en la educación de la mujer que hasta entonces no había sido tenida en cuenta.
Santa Luisa de Marillac (1591-1660)
Algunos años después, en 1633 santa Luisa de Marillac (1591-1660) fundó las Hijas de la Caridad.
Esta institución se dedicó fundamentalmente a la atención y educación de pobres y necesitados. En España, la congregación llegó a tener unos 150 colegios.
La fiesta de santa Luisa de Marillac se celebra el 9 de mayo.
San Juan Bautista de La Salle (1651-1719)
El sacerdote y pedagogo San Juan Bautista de La Salle brindó todos sus esfuerzos a la formación humana y cristiana de niños y jóvenes.
Fundó la congregación de los Hermanos de las escuelas cristianas. Fue innovador en aquella época dedicándose a enseñar a los más pobres y proponiendo programas de formación para maestros seglares.
Su institución llegó a contar con mil colegios en todo el mundo.
San Marcelino Champagnat (1789-1840)
Marcelino Champagnat siempre tuvo presente la premisa de que "para educar hay que amar". Fue un santo que, conmovido por la bajeza cultural y espiritual de los niños, sintió la llamada de ponerlos bajo la protección de la Santísima Virgen.
Para ello, fundó la congregación de Hermanos Maristas.
La sencillez y el espíritu de familia son los puntos esenciales de su proyecto de educación.
Para él, la escuela es un lugar privilegiado de evangelización para los más pobres y abandonados.
San Juan Bosco (1815-1888)
Don Bosco, (san Juan Bosco) fue el fundador de la orden salesiana.
Su aportación a la educación y la pedagogía fue muy revolucionaria ya que se dedicaba en sus inicios a los jóvenes difíciles o en situaciones extremas.
Con él surge lo que hoy se llama el "sistema preventivo" una gran puerta a una forma de educación desde el amor, el diálogo y la libertad responsable.
Como se puede intuir, a través de la vida de cada uno de estos santos, la escuela católica nació con un profundo deseo de misión y de servicio. Con una vocación de renovación de la persona y la sociedad.
Podemos ahora preguntarnos qué significa el gran legado de estos santos para nosotros. Todos ellos han seguido el camino de una vida entregada a Dios y a los demás.
Al conocer de cerca sus vidas, se nos muestra que no son las grandes teorías educativas las que cambian el mundo sino el dirigir nuestra vida hacia Dios. La revolución educativa verdadera consiste en mirar solamente a Él.
Como decía Benedicto XVI:
"Solo de los santos, solo de Dios proviene la verdadera revolución, el cambio decisivo del mundo".