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Ante una catástrofe como el terremoto que esta semana se ha cobrado miles de vidas en Turquía y Siria, siempre se puede ayudar. Como rescatistas, abriendo las puertas para acoger, colaborando económicamente o espiritualmente, ofreciendo las tareas cotidianas, rezando,... Implícate, quizás pueda ayudarte a ello esta oración:
Dios Todopoderoso
Creador que afianzaste la tierra sobre sus cimientos,
Padre que nos regalas la vida y el mundo
y lo mantienes cada instante por amor, para el Amor.
Acoge en el cielo con tu eterno abrazo a las miles de personas que han muerto
en los fuertes terremotos que sacudieron Turquía y Siria este lunes.
Mira nuestras grandes necesidades, déjanos experimentar tu misericordia y protección
y servirte con agradecimiento y alegría.
Señor Jesucristo
Da tu fuerza y tu salud a los más de 68.000 heridos,
y a los seres queridos de todas las víctimas.
Asiste a los que se encuentran todavía bajo los escombros,
a aquellos que están pasando demasiado frío,
y a los centenares de miles de familias que han perdido sus hogares.
También a todas las personas que han quedado desoladas por este desastre natural.
Espíritu Santo
Desciende sobre todos los que están trabajando en las tareas de socorro,
planea sobre las áreas devastadas llevando consuelo y esperanza,
ilumina a los gobernantes para que puedan ofrecer una ayuda eficaz.
Despierta en todos la solidaridad y la concreta colaboración, física y espiritual,
para que podamos responder a esta catástrofe como hermanos.
Virgen María
Madre nuestra, protégenos amablemente de la miseria,
calma nuestros miedos y preocupaciones
y ayúdanos a construir juntos un mundo mejor que prepare ese cielo
que da sentido a todo sufrimiento y esperanza a nuestro corazón.
Amén.
Miles de historias
Las escenas que legan desde las zonas de Siria y Turquía devastadas por el terremoto del pasado lunes rompen el corazón y hacen aflorar las lágrimas.
Con más de 21.700 muertos y cerca de 79.400 heridos, los videos y fotografías que están inundando las redes sociales y los medios de comunicación llevan ante nuestros ojos un inabarcable número de historias dramáticas con las que es difícil no sentirse identificados y conmovidos.
Cualquiera de sus protagonistas, niños, familias o mayores, podría ser alguien de nuestra familia… o nosotros mismos.
Mariam, símbolo de la tragedia
Así ha ocurrido, por ejemplo, con una de las imágenes que ya se ha convertido símbolo de esta tragedia: la de Mariam, una niña de 7 años que protegía con su brazo la cabecita de su hermano de 3, en mitad de un amasijo de escombros.
Ambos llevaban casi dos días bajo los cascotes de lo que unas horas antes había sido su casa. En el vídeo grabado por los rescatistas, ninguno de los pequeños tiene fuerzas ni para llorar. Con una calma enternecedora, Mariam acaricia el pelo de su hermano Ilaaf, que así se llama el niño según ha informado la CNN, y acerca sus labios a su cabecita cubierta de polvo.
Al ver al miembro del equipo de rescate que da con ellos, Mariam deja entrever el esbozo de una sonrisa, clava en él sus ojos desconcertados y le pide con desesperación que les ayude a salir de allí: "Sácanos, por favor, sácanos. Haré lo que sea", dice la niña. Sobra todo comentario.
Conmovernos ante el dolor
Ante las palabras de Mariam, su historia, y la de tantas otras víctimas del terremoto, es fácil recordar una invitación constante del Papa: "debemos dejarnos conmover por las heridas" de los que sufren.
Francisco nos llama a "llorar con los que lloran" para no caer en "el peligro de ser insensibles ante el sufrimiento", y esquivar la "anestesia" del alma o la desesperación, a la que puede abocarnos el bombardeo de tantas imágenes impactantes.
La ayuda más eficaz
Además de colaborar con entidades como Ayuda a la Iglesia Necesitada (https://donar.ayudaalaiglesianecesitada.org/ayuda-cristianos-siria?utm_source=home&utm_medium=web&utm_campaign=terremoto23&utm_content=boton-principal-home-terremoto23) o Caritas Internacional (https://www.caritas.org/earthquake-syria-turkey/), que están trabajando sobre el terreno, una de las formas más rápidas y eficaces de ayudar es elevar nuestra oración a Dios, para que Él, que todo lo puede, dé a las víctimas lo que ahora más necesitan.
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