Bibliotecas como templos de saber. Los que nos dedicamos a la educación llevamos muchos años entrando en bibliotecas públicas, de barrio, quizá alguna privada, y hemos visto la evolución que han experimentado estas en las últimas décadas. No solo hay libros, son verdaderos centros de recursos. Hay música en CD, cine en DVD, exposiciones sobre algún tema, seminarios de muchas cuestiones, clubes de lectura, encuentros para recitales poéticos.
Estas nuevas bibliotecas albergan estanterías inacabables en las que es un placer perderse para encontrar tesoros. Todo rodeado por una arquitectura esmerada, llena de orden y belleza. Son auténticos templos del saber en los que quedamos fascinados ante las innumerables creaciones humanas.
Los libros se convierten, entonces, en el camino de entrada hacia una multitud de campos del saber y de la realidad: pintura, música, historia, geología, idiomas, literatura, etc. La lista es inacabable. Y cuando nos familiarizamos con estos atrios llenos de sabiduría –tras unas cuantas visitas- solo podemos expresar una fuerte sensación de asombro.
¡Qué maravilla, cuántos libros, tan bien ordenados! ¡Cuánto saber, cuántos mundos, siglos, aventuras!
Como las bibliotecas son una invitación al conocimiento, hoy, convienen más que nunca. Y conviene que las escuelas las consideren como sus aliadas. También, en esta dirección, es muy oportuno que las familias se acerquen a ellas, con orientación o libremente, para encandilar a los padres y a los hijos en la lectura. Estamos analizando este tema desde la pedagogía del asombro postulado por Catherine L’Ecuyer.
Bibliotecas para los más jóvenes y los mayores
Además, para los niños existen secciones especiales a la medida de su tamaño, gustos y exigencias. Espacios atractivos, coloristas, gratos. Alfombras que acogen la lectura de los más pequeños. Una biblioteca para todas las edades en la que los jubilados pueden consultar cada día toda la prensa. ¿Y los muebles? También los muebles rezuman hermosura. Ya sean sillas pequeñas o sofás cómodos: para cada uno hay un rincón acogedor.
Sólo hay una indispensable obligación común para todos: el silencio. "Sssst, baja la voz por favor", nos advierte la bibliotecaria. Y sonreímos y asentimos zambulléndonos de nuevo en nuestra lectura.
Con curiosidad, poco después de la recomendación, levantamos la vista y constatamos que todos a nuestro alrededor andan focalizados en sus tareas. Estamos concentrados y en silencio, lejos del mundo frenético de cada día.
Bibliotecas: la sección infantil
Ya estamos en la sección infantil. Vemos a muchos niños. Nos acercamos a uno de ellos. Nuestro amigo tiene ocho años, se llama Tom, y su hermana Emily, tiene diez. ¡Y no han llegado solos a la biblioteca pública de su barrio recién estrenada y esplendorosa!
En la misma biblioteca pero más lejos sus padres andan decidiendo sus propias lecturas:
"Papi está al fondo de una sala inacabable, leye el periódico, mami está en la sección de artes decorativas leyendo sobre cerámica. Y Emily, mi hermana, está eligiendo el libro que se lleva esta semana. Será uno más de esas famosas Crónicas de Narnia. Yo hago lo de siempre. Buscar un libro de tema medieval. Ahora tengo entre las manos uno que habla de los barcos de los Vikingos. La verdad es que El señor de los anillos me ha traído hasta estos puertos y estos navíos."
Las bibliotecas más avanzadas, muchas de ellas en el ámbito de los Estados Unidos, enseñan los rudimentos de la alfabetización temprana. Enseñan a las familias para que aprendan a leer con los niños y para los niños. Estas bibliotecas, implícitamente, enseñan a amar a los libros. Cada padre o madre se puede sentar en el suelo, con su hijo en el regazo, y hojear grandes libros de imágenes y poco texto. La variedad es inmensa, pero este es el primero de muchos pasos lectores.
Bibliotecas con ambición social
La maestra de Tom es una bibliotecaria de carrera que además ha estado trabajando en el diseño de este paraíso de libros y de saber. Ella no es propiamente maestra, pero tiene movilizado al barrio pues periódicamente anuncia las novedades de la biblioteca. Y del teatro y el museo.
Ahora habla de nuevo Tom: “Dicen que ha estudiado mucho y enseña que entre tantos libros se descubre el amor por el saber, la curiosidad, el asombro ante la belleza de un poema o ante un libro de pájaros que menos enseñar como cantan, lo explica todo".
Tom se ha puesto de pie y argumenta:
"Laura, la maestra de la biblioteca, organiza el mes que viene el tercer certamen poético, y, por edades, se presentan muchos niños del barrio desde los ocho hasta los 16. El año anterior estaba la sala central de esta biblioteca llena de padres, familiares, maestros. La lectura de los poemas vencedores fue un auténtico éxtasis pues el tema de ese año era la amistad”.
Desde luego Tom exhibe una gran riqueza de vocabulario y no por casualidad.
Bibliotecas que enseñan a amar el saber
"Hola soy de nuevo Tom. Laura, la maestra de la bibliotecaria, este verano organiza unas Colonias de lecturas. Nos iremos a una casa de un bosque que no está a más de 30 kilómetros y por edades prepararemos dos cosas: una corta obra de teatro y la creación cada uno de un cuento muy breve. Todos leeremos al final el nuestro y representaremos las obras. La inspiración la obtendremos de unos libros que ella nos proporcionará.
Ah, por cierto, Emily por su parte ya está empezando a tocar la guitarra para el concierto de este año. Pertenece a la escuela de música de la biblioteca. Son unas veinte personas que, con xilofones, guitarras, tambores y triángulos, nos representarán la llegada de la primavera. Ensayan el domingo, así no molestan a nadie."
Gracias Tom, qué bien te explicas. Añadamos que estas bibliotecas existen. Probablemente alguna hay. En cualquier caso, las necesitamos.