Aunque la Iglesia católica actualmente respalda la devoción a la Divina Misericordia revelada a santa Faustina Kowalska, al principio no fue así. De hecho, el Vaticano incluso frenó la devoción a la Divina Misericordia durante 20 años, prohibiendo a cualquiera difundirla o promoverla.
Los Padres Marianos explican lo sucedido en su sitio web de la Divina Misericordia:
El mismo Padre Sopocko estaba ocupado difundiendo la devoción y, en el proceso sufrió muchas burlas y pérdida de reputación.
El golpe más duro, sin embargo, llegó en1959, cuando el Vaticano, habiendo recibido traducciones erróneas y confusas del Diario, prohibió la difusión de la devoción a la Misericordia en las formas propuestas por sor Faustina.
Obstáculos desde el Vaticano
Aquí, una traducción del decreto oficial hecho por el Vaticano dado por primera vez el 19 de noviembre de 1958 y reafirmado en 1959:
La insistencia de Wojtyla
No está claro qué fue exactamente lo que el Vaticano vio mal en la traducción relacionada con la devoción a la Divina Misericordia, pero finalmente el arzobispo Karol Wojtyła cuestionó esta prohibición.
Wojtyła inició el proceso de canonización de Sor Faustina en 1965 y entregó los textos de su Diario a otro teólogo polaco, el profesor Ignacy Różycki.
Su Diario fue reexaminado y Wojtyła lo envió nuevamente al Vaticano para su revisión en 1977. Él estaba seguro de que no había nada en la devoción a la Divina Misericordia que fuera contrario a la fe católica y se propuso probarlo.
Luego, en 1978, Wojtyła fue elegido Papa y se convirtió en Juan Pablo II.
La Congregación para la Doctrina de la Fe pudo revisar la devoción a la Divina Misericordia con una traducción más precisa y ya no encontró nada que impidiera su difusión.
San Juan Pablo II finalmente declaró el segundo domingo de Pascua como el Domingo de la Divina Misericordia y la devoción se hizo más conocida en todo el mundo.