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Cuando Rosario era Pago de los Arroyos, y sus habitantes no llegaban al medio millar a diferencia del millón de hoy, Nuestra Señora del Rosario llegaba a la ciudad. Ni Manuel Belgrano había izado en ella por vez primera la bandera argentina, que aún no existía, ni mucho menos habían nacido algunos de sus más ilustres vecinos, pero María ya estaba en Rosario.
Y en el medio de uno de los momentos más dramáticos de su historia, cruzada desde hace algunos años por una terrible ola de violencia relacionada con el narcotráfico, la Iglesia de Rosario honró en este 250 aniversario de la llegada de su patrona con una multitudinaria Misa en el monumento a la Bandera.
La imagen venerada en la Catedral fue retirada y llevada hasta el Monumento a la Bandera para una concurrida Eucaristía presidida por el Arzobispo de la Ciudad, monseñor Eduardo Martín, y concelebrada por gran parte del clero diocesano. El Prelado evocó la poderosa intercesión de la patrona dela ciudad, que supo salvar a la ciudad de la peste, protegerla de sequías y enemigos, y le pidió especialmente que hoy los "libre de las epidemias y de las adicciones, para que haya fuentes de trabajo digno y que podamos vivir en paz".
La imagen fue encargada hace más de 250 años por los primeros pobladores, para su templo con paredes de adobe. Se cuenta que se hizo una coleta y se encargó a Cádiz, España, una imagen que tardó tres años en llegar, construida en madera de sándalo, de 43 centímetros de alto, con el niño Jesús en brazos, pero que con corona y base peana hoy alcanza el metro.
Arribó a la aldea el 3 de mayo de 1773. Pese a la evolución y transformación de la ciudad, sobrevivió al paso de los tiempos, y vio al paraje que la mandó a hacer convertirse en una pujante ciudad, la más importante de la vera del Río Paraná.
Pero las vísperas de la celebración enfrentaron a la ciudad a una dura postal: a inicios de mayo, ya se habían cometido en lo que iba del año más de 100 homicidios relacionados con el crimen organizado. Y este mismo mes, en 48 horas se contabilizaron otros siete.
"No podemos dejar de solidarizarnos con las víctimas de la violencia, especialmente de las víctimas inocentes cuya lista se engrosa cada día sin que mengüe para nada", aseguró monseñor Martín, y luego de mencionar algunos casos emblemáticos, pidió por soluciones.
"No podemos dejar de reclamar a las autoridades correspondientes que deben hacer algo, que no pueden seguir perdiéndose vidas sin que se haga lo suficiente ¿Qué tendrá que pasar en Rosario para que algo cambie? Si los problemas no se afrontan adecuadamente las consecuencias serán cada vez más dolorosas", clamó.
Pero pese a todo, el Arzobispo se mostró confiado en que "donde abundó el pecado sobreabundó la gracia", y rescató el testimonio de trabajadores, de familias, de jóvenes, de empresarios, de cartoneros que se ganan el pan...
"De la mano de María seamos misioneros de la paz, seamos instrumentos de paz; podemos en nuestro ambiente sembrar semillas de paz: buenos días, permiso, perdón, gracias. Muchas cosas sencillas y a nuestro alcance pueden ir gestando ambientes de paz", pidió, a la vez que convocó a rezar el Rosario por la paz, especialmente en familia, pidiendo la intercesión de María, en una advocación que justamente es reconocida como Madre y Fundadora de la ciudad.