Cuando nos referimos al concepto phubbing familiar estamos hablando del acto de desatender (a veces desairar) o ignorar a los miembros de la familia a favor del uso de teléfonos inteligentes, tabletas u otros dispositivos digitales.
Tiene lugar cuando las personas (a veces todas) están focalizadas en sus dispositivos. Ejemplos son enviar mensajes de texto, navegar por las redes sociales o jugar.
Qué se está perdiendo: pues prestar atención a los miembros de la propia familia que están físicamente presentes. Además se pierde un clima familiar estructurado, las relaciones de afecto, la posibilidad de intercambiar informaciones relevantes sobre temas que importan a padres e hijos.
En una palabra: se está deseducando y diciendo implícitamente, unos a otros, sin palabras, que más importante que las relaciones familiares son los reclamos, a menudo muy banales y prescindibles, del ocio digital.
Estas conductas no salen gratis. No es indiferente si se habla en familia o si se está enganchado al dispositivo digital que también puede ser la televisión.
Reforzar los vínculos
El phubbing familiar puede tener efectos negativos en las relaciones interpersonales dentro de una familia. Cuando las personas priorizan constantemente sus dispositivos digitales en lugar de pasar tiempo de calidad con su familia, pueden generarse sentimientos de abandono, frustración y desconexión entre los miembros de la familia. Puede dificultar la comunicación, la vinculación y el sentido general de unión.
Quizá los padres anden muy cansados y no valores estar pérdidas, sin embargo, los hijos necesitan preguntar a los padres variadísimos asuntos, necesitan ser apoyados y comprendidos. Y también achuchados.
Pero los vínculos se deshacen y se puede perder el sentido de pertenencia, de comunidad familiar cuando entendemos que una familia es aquel lugar donde estamos plenamente protegidos, comprometidos y cuidados.
Quizá alguien deba levantar la mano e interrumpir ese silencio que además puede contar con una separación espacial, cada uno en su cuarto, y, tomando la palabra convocar una reflexión grupal
Para abordar el phubbing familiar, es importante establecer límites saludables y una comunicación abierta dentro de la familia. Aquí hay algunas estrategias que pueden ayudar:
Estrategias contra el phubbing
- Los dispositivos en casa deben estar callados muchas horas. Hay que marcar áreas u horarios específicos en el hogar donde los dispositivos digitales no están permitidos, como durante las comidas o reuniones familiares. Alguien se debe eregirse en custodio de estos aparatos para guardar estos dispositivos y facilitar las relaciones fluidas e enriquecedoras.
- Los mayores deben ser ejemplares: los padres o los miembros de más edad de la familia deben modelar el comportamiento que quieren ver en los demás. Los más pequeños, en coherencia, se verán seducidos por sus padres y quizá un hermano mayor o la misma abuela. E imitarán estas conductas.
- Hay que organizar actividades periódicas que fomenten la interacción y el compromiso entre los miembros de la familia. Esto puede suponer crear noches de juegos tradicionales, salidas al aire libre o incluso actividades simples como cocinar juntos o salir a caminar.
- Una actividad muy educativa es leer en voz alta. Significa crear un espacio de silencio para que alguien lea un poema o un relato corto. Y todos escuchen y luego pregunten. O sencillamente leer cada uno su libro o revista preferidos. Se crea así un silencio lleno de solemnidad que llena de gozo los corazones y la casa de cultura
- En esta dirección se pueden organizar tertulias sobre variadísimos temas en los que la voz de los menores es muy escuchada. Un tema principal es hablar con los miembros de la familia sobre el impacto negativo del uso excesivo de dispositivos digitales en la dinámica familiar. Los padres o mayores marcan las pautas pero es bueno que los más jóvenes sean, acompañados reflexivamente por los padres, capaces de encontrar las propias las mejores conclusiones.
- Si las cosas van bien en el plan de las conversaciones familiares, puede llegar a plantearse que es bueno que los dispositivos no estén en los dormitorios. No estén allí donde la supervisión se hace casi imposible. Los padres deben volver a ser ejemplo. La televisión o algún video-juego debe estar centralizado: a la vista de todos. Jugar o visionar una buena película en común es necesario para hacer cultura familiar. Y desde luego, siempre, comentarla después
Recuperar la paz
A partir de ahí crece el estudio, el descanso, la vida familiar que incluye cocinar con calma y ordenar la casa. Entonces la cultura familiar se pone en marcha. Sus miembros se conocen y se aprecian progresivamente más pues se tratan e interactúan.
La desazón del aislamiento digital desaparece y toma cuerpo lo que es auténticamente una familia: un proyecto de vida compartida, de relaciones estrechas que educan –para la escuela, en el trabajo de los padres o hermanos mayores – y nos hacen mejorar a todos.
Además señala la investigación que estar hiperconectado digitalmente es un estrés nada sano. No se descansa. Hacia ahí que ir: hacia la paz y la sabiduría familiar.