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Tras reconstruir los rostros de María de Nazaré, Nuestra Señora de Guadalupe y la Mona Lisa, el académico y diseñador brasileño Átila Soares da Costa Filho volvió a recurrir a la Historia del Arte y la inteligencia artificial para proponer las imágenes actuales que mejor representan los verdaderos rostros de San Francisco y Santa Clara de Asís.
Para llegar a la imagen del rostro de San Francisco, el investigador utilizó dos fuentes. La primera, una pintura anónima, que contiene la inscripción Fraciscu, y procedente del monasterio de los Padres Benedictinos de Subiaco, Roma.
La segunda, un texto del primer biógrafo y amigo personal del santo, el franciscano Tomás de Celano (1185-1260). "La pintura es la más antigua que retrata a Francisco, y habría sido realizada tomándolo como modelo vivo durante su visita al monasterio entre 1220 y 1223. De hecho, en la representación, el santo se presenta sin aureola, atributo concedido sólo en carácter post-mortem, así como sin los emblemáticos estigmas que aparecieron en el año 1224. Sobre los textos de Tomás de Celano, fueron escritos en 1228 para componer su obra Prima Vita –encargada por el Papa Gregorio IX", explica Átila Soares da Costa Son.
En cuanto a la reconstrucción del rostro de Santa Clara, las fuentes fueron el experimento realizado por el equipo de conservación de sus restos, liderado por monseñor Gianfranco Nolli entre 1986-1987 y una pintura anónima ejecutada en 1283 y conservada en la basílica dedicada a la santo, en Asís.
Inteligencia artificial
Además de elementos del arte medieval, el académico también utilizó herramientas de inteligencia artificial y programas de edición de imágenes. Para este trabajo también fue fundamental considerar cuestiones histórico-artísticas sobre San Francisco y Santa Clara. "Al principio, tratando de descartar los rasgos estilísticos de las pinturas, fuertemente modelados en estilo bizantino. En el siguiente paso, promueva una combinación objetivamente razonable entre la misma y otras fuentes relacionadas que nos hayan llegado. Para Francisco, las notas de Tomás de Celano -a veces contradictorias, como los 'ojos negros'- y, para Clara, el resultado extraído del experimento de finales de los 80", aclara el diseñador.
Átila optó por rescatar el rostro de una joven Clara, de unos 18 años, cuando habría llegado a la hermandad de su mentor, Francisco. "Es una Clara llena de vida y de expectativas", dice el investigador.
Así es como quedaron las dos caras:
Inspiración
Según Átila Soares da Costa, un nuevo rostro de Francisco y Clara de Asis podría ser una forma alternativa de conocer y meditar a estas dos figuras fuertes y carismáticas del cristianismo: "Francisco, el ser humano que más se acercó a la figura de Cristo. El primer ecologista de la historia. Claro, audaz, decidido y dulce. Los que se hicieron los más pequeños entre los más pequeños para alcanzar la altura de la mayor gloria. Devolverlos a la vida es una inspiración para todos nosotros de cosas hermosas cuando repensamos la Creación y sus propósitos", dice el académico.