En un artículo de Medievalists.net, Danièle Cybulskie (presentadora de The Medieval Podcast) explica cómo, en la Edad Media, la medición del tiempo difería significativamente de nuestro moderno sistema estandarizado.
En aquella época, los relojes eran raros y caros, por lo que la gente recurría a otros métodos para controlar el tiempo. Y aunque el método predominante en Europa era la Liturgia de las Horas (una serie de oraciones y devociones basadas en textos bíblicos, diseñadas para santificar el día), las velas también desempeñaban un papel vital en la medición del tiempo. Unos ingeniosos monjes inventaron la candela horaria.
¿Qué es la candela horaria?
La candela horaria era básicamente una vela con marcas que indicaban intervalos de tiempo. A medida que la vela ardía, estas marcas proporcionaban una representación visual del paso de las horas o los minutos. Al estar hechas principalmente de cera de abeja, estas velas ardían de manera uniforme (por lo que eran más «precisas», por así decirlo) y desprendían poco humo, lo que las convertía en una opción relativamente «limpia».
La longitud de estas velas variaba y cada centímetro representaba un intervalo de tiempo concreto. Por ejemplo, una vela podía marcarse cada centímetro para indicar 12 minutos. Para garantizar la precisión, estas velas tenían un grosor y una calidad estandarizados, pero el usuario también tenía que mantenerlas en un entorno relativamente controlado para mantener una combustión constante. Huelga decir, por tanto, que no era posible mantener una candela horaria al aire libre: estaban necesariamente restringidas a su uso en interiores.
Estos «relojes de vela» se utilizaban principalmente en ambientes religiosos, ayudando a monasterios, conventos e iglesias a mantener sus horarios. Sin embargo, las familias también tenían sus propias versiones. Y cuando la nobleza utilizaba estas velas, sin duda las colocaba en candelabros ornamentados.