La crisis de inseguridad, derivada del narcotráfico, ha ocasionado un dramático incremento en adicciones, homicidios, enfrentamientos y desapariciones. Según información de la red A dónde van los desaparecidos, el actual sexenio es el que mayor número de desapariciones concentra, en promedio, una persona por hora.
Ante esta situación –y en el marco del Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas– Aleteia consultó a Román Ramirez Carrillo, analista sociopolítico y profesor investigador en temas de comunicación y sociedad, quien compartió dos valores claves en este contexto político y social.
Compasión social para vencer el estigma
Las familias de los desaparecidos –y las propias víctimas de desaparición– se enfrentan con diferentes estigmas al atravesar por esta situación. El primero de ellos es ante la sociedad y las autoridades que, automáticamente, los criminalizan.
En opinión de Román Ramirez, esta criminalización se da "como respuesta ante la impotencia de hacer un trabajo profesional de búsqueda".
Este estigma lleva a las personas a pensar que el desaparecido estaba relacionado, de alguna forma, con el crímen y, como consecuencia, fue desaparecido; incluso se llega a pensar que se lo merecían. "Ese tipo de conceptos son muy normales en todas las autoridades y en vecinos, amigos, en personas que no tienen compasión social y que, entonces, acuden a este tipo de reflexiones; a este tipo de comentarios y de opiniones de que le pasó lo que pasó por algo que debía o porque en algo andaba".
El experto comentó que el segundo estigma es de tipo social, relacionado con el clasismo. "Las clases sociales, como método de polarización, no han permitido que personas de otros colectivos marchen junto con las madres de desaparecidos. Por ejemplo, colectivos de feminicidios, ecologistas, colectivos que defienden la democracia, que defienden el agua, a los indígenas"; señala que ante esta falta de compasión, las madres buscadoras marchan, exigen y se manifiestan solas. "Falta mucha compasión social", remató.
Madres buscadoras: un ejemplo de solidaridad
Ante la falta de respuesta por parte de las autoridades, son las mismas madres de desaparecidos quienes, con sus propios medios, salen en busca de fosas clandestinas, con la esperanza de localizar algún resto que posteriormente pueda ser identificado por las autoridades forenses.
Estas mujeres arriesgan su propia vida y no cesan sus búsquedas aún a pesar de la persecución o amenazas que reciben, ni del mal tiempo o, incluso, la enfermedad. Además, son principalmente ellas quienes, desde los colectivos a los que pertenecen, organizan las marchas y protestas que se realizan por esta causa.
Pero, ¿por qué son las madres las que cargan con la búsqueda y movilización? Roman Ramirez detecta dos aspectos que pueden explicarlo.
"El primero es el sentido de la maternidad: la madre que da todo por sus hijos. Esto es muy fuerte en México, en nuestra comunidad. La madre busca a sus hijos, los cuida, los protege, los educa". El segundo, asegura, es la solidaridad. "Es por las redes de solidaridad que se establecen más fácilmente entre mujeres que entre hombres. El cooperativismo funciona más entre mujeres que entre hombres y mujeres".
Paz en el interior, aún con tempestad en el exterior
La ONU, en su sitio web asegura que "la desaparición forzada se usa a menudo como estrategia para infundir el terror en los ciudadanos", pues la sensación de inseguridad que produce "no se limita a los parientes próximos del desaparecido, sino que afecta a su comunidad y al conjunto de la sociedad".
Monseñor Cristobal Ascencio, obispo de Apatzingan, declaró en una entrevista con Joaquín Lopez Dóriga este miércoles que la paz interior en medio de un contexto de violencia sí es posible.
Precisamente por lo mismo que yo tengo paz, mis hermanos pueden tener paz. Teniendo a Dios en el corazón, aunque por fuera haya tormentas, tempestades, la paz está ahí”.
"El Señor nos da la paz. Esto es maravilloso; esto no se entiende si no se tiene la fe en Aquel que vive y que venció la injusticia, que venció la misma muerte y que vive entre nosotros". Aseguró también que sin esa fe, la situación que estaríamos viviendo sería otra, pues la fe hace a las personas caminar sabiendo que Dios las acompaña y que las necesita "para ir forjando una sociedad diferente".