El Papa Francisco aterrizó en el aeropuerto Genghis Khan de Ulán Bator el 1 de septiembre a las 9:50 (hora local). Se convierte así en el primer pontífice que visita Mongolia, donde permanecerá cuatro días para reunirse con las autoridades, la pequeña comunidad católica y los actores religiosos y caritativos del país.
El Airbus A330 fletado por ITA Airways recorrió 8 mil 278 km desde Roma en un vuelo de casi 9.5 horas. Sobrevoló Croacia, Bosnia-Herzegovina, Serbia, Montenegro, Bulgaria, Turquía, Georgia, Azerbaiyán, Kazajstán y China.
Esta es solo la segunda vez en la historia que un Papa entra en el espacio aéreo chino, tras un primer sobrevuelo durante un viaje a Corea del Sur en 2014. En aquella ocasión, como es tradición, envió un telegrama al jefe de Estado chino, Xi Jinping, y su mensaje fue retransmitido por la televisión china.
Esta vez, el Pontífice envió sus "mejores deseos" al presidente chino y a su pueblo. Les aseguró sus "oraciones por el bienestar de la nación", e invocó sobre ellos "las bendiciones divinas de paz y unidad".
En el aeropuerto de Ulán Bator, el Papa fue recibido al pie del avión por el ministro de Asuntos Exteriores, Batmunkh Battsetseg, acompañado por una guardia de honor. A continuación, una joven mongola ofreció al Pontífice una taza llena de yogur seco, el regalo tradicional con el que los mongoles reciben a los extranjeros: Francisco probó entonces un trocito de este manjar local.
Tras recorrer los cerca de 50 km que separan el aeropuerto de la capital, el Pontífice se dirigió a la Prefectura Apostólica, donde permanecerá todo el día y pasará la noche. No está prevista ninguna actividad hasta el día siguiente. Por la mañana, el Pontífice se reunirá con las autoridades del país, a lo que seguirán encuentros con el clero y los equipos pastorales de la pequeña comunidad católica de Mongolia.