Así como se puede evaluar el coeficiente intelectual (IQ) de una persona, se puede hacer lo mismo con la capacidad de desarrollar y comprender los temas que tienen que ver con la vida espiritual.
La inteligencia espiritual se puede definir como una capacidad humana para buscar y encontrar un significado y propósito a la vida que va más allá del mundo material, y concebir los aspectos más trascendentes de nuestra existencia.
Esta inteligencia está directamente relacionada con el nivel de consciencia y conocimiento que puedes tener de ti mismo y de la sensibilidad que has desarrollado para captar, con empatía, el mundo de los demás.
Aclaremos que este aspecto no se reduce a la práctica de una religión o creencia en particular sobre Dios o el mundo divino. Aunque lo puedes perfectamente incluir, no es indispensable, pues hay muchas personas con un gran nivel de espiritualidad que no practican una religión en particular. Sobre todo, son personas que se vinculan especialmente con la naturaleza, la humanidad y el universo. Sin pasar por una conexión directa con Dios, como si la tenemos quienes practicamos una religión.
Aspectos para evaluar tu nivel de inteligencia espiritual (IE)
Entre más te ocupas por renunciar a los gozos y placeres materiales y corporales de esta vida, y te acercas más a disfrutar de los valores espirituales (como el amor, la cultura, las artes o el cuidado por la vida), más desarrollas una mayor inteligencia espiritual.
En la medida en que descubres el valor de las religiones -y las estudias y prácticas con devoción y sencillez- puedes incrementar más fácilmente tu espiritualidad. Sobre todo si logras comprender el gran valor que tiene la humildad y la consciencia de ti mismo, de lo pequeños e insignificantes que somos ante toda la creación.
Tener una mejor consciencia de ti mismo y querer conocer más tu mundo interior te inclina a trabajar más tu inteligencia espiritual, y por consecuencia, a estar más abierto a lo profundo y trascendente; a estar mucho más enfocado y atento a los gozos del alma que a los corporales; a disfrutar mucho más de la sabiduría, las artes y los esplendores de la naturaleza (como el canto de las aves o una puesta de sol) que a los placeres corporales.
Ser inteligente, en este aspecto, es ir descubriendo el gran valor que tiene un gesto de compasión o caridad, más allá de lo que se le puede dar de limosna a una persona, pues has descubierto que una atención afectiva -como ayudar a las personas y ser tolerante y amigable con todos- tiene mayor trascendencia que andar acumulando dinero y bienes materiales, porque ahora comprendes más profundamente que la felicidad está en el dar y no en el recibir.
Si le dedicas mucho de tu pensamiento e inquietudes a tratar de encontrarle mayor sentido a la vida, en lugar de estar persiguiendo un mejor trabajo, nuevas propiedades o ganar más dinero, entonces estás elevando tu inteligencia espiritual; especialmente cuando has llegado al punto de no temerle a la muerte o a darte una explicación más profunda de lo que ello significa para ti.
Si eres una persona que ha comprendido el gran valor de servir a los demás y de practicar la genuina caridad, eres alguien que ha vencido más el egoísmo y, de tal forma, eres capaz de mirar al otro sin buscar aprovecharte convenencieramente de ellos, sino que estas mucho más dispuesto a ayudar y aportar lo que sea necesario para hacerlos sentir bien, especialmente a los seres más cercanos.
La felicidad del mundo espiritual
Si ya comenzaste a comprender que venimos a esta vida a hacer el bien a ti mismo y a los demás -practicando la empatía y la caridad- en vez de creer que el bienestar es acumular riquezas materiales, entonces estás progresando en el incremento de tu inteligencia espiritual.
Si también has comprendido el gran valor que tiene el conocerte y arreglar tus asuntos internos, y en consecuencia comienzas a disfrutar de una mayor paz interior, entonces también vas por un buen camino de lograr una mayor IE.
Fijarte más en los valores morales y éticos de la vida diaria también es un indicador de que estás más sumergido en este aspecto de tu inteligencia que en las preocupaciones mundanas y materiales que te han llevado a una indiferencia y apatía por practicar el bien.
Tener más sensibilidad por lo que hay detrás de las artes y el saber humano también te ayuda a crecer espiritualmente y a tener apetito por saber más, incluso a querer practicar algunas de las tantas artes que hay, porque has captado bien que gran parte de la felicidad está en el crear y compartir.
Finalmente, encontrar la felicidad en el mundo espiritual es mucho más grandioso que insistir que se obtiene en los bienes materiales y en el egoísmo.
Entre más renuncias a ellos, eres más inteligente espiritualmente.