El padre José Eduardo Oliveira registró, a través de sus redes sociales, una observación personal sobre el proceso de maduración de las personas, o en algunos casos, la falta de ese proceso. Se parte de la premisa de que, aunque son esencialmente buenos como todo ser creado por Dios, los niños también pueden ser, a veces, crueles e insensibles, necesitando orientación y ejemplo para educarse y crecer en el amor por los demás.
Lo que el sacerdote escribió en sus redes sociales
"A veces los niños son crueles. Impulsados por el instinto egoísta que todos heredamos de Adán, lo quieren todo para sí, son insensibles al sufrimiento ajeno y sitúan su dolor no en primer lugar, sino en el único lugar, el que son capaces de percibir en su inmadurez".
Es en el proceso de socialización que los niños desarrollan su alteridad, es decir, ponerse en el lugar del otro, y aprenden a dejarse de lado, creando sentimientos de empatía e importancia hacia los demás.
¿En dónde está el problema?
El padre Oliveira continúa su reflexión comentado que los niños que han crecido sin aprender se transforman en lo que él llama «niños adultos», cuya característica es que cometen crueldades con los demás sin sentir dolor e ignorando cualquier valor y rastro de moral. Estas son sus palabras:
¡El problema es que hay «niños adultos»!, niños que crecieron y no aprendieron…
Y estos son los «niños» más peligrosos, porque los niños a veces son crueles; y los niños mayores son capaces de cometer crueldades adultas, de verdaderas monstruosidades. Incapaces de sentir el dolor de los demás, se erigen en el centro alrededor del cual hace girar su propia imaginación, e ignoran: ignoran a los demás, ignoran a todos, ignoran las obligaciones mínimas de la moral, ignoran la justicia, la rectitud, honestidad, cortesía, bondad, la dulzura, incluso en los momentos más dolorosos.
Aquí es donde la crueldad se manifiesta de la manera más descarada, porque se disfraza de sed de justicia subjetiva, de sed de venganza que los convierte en simples niños crueles».
Educar con amor
Las palabras del padre José Eduardo Oliveira tendrían que hacernos reflexionar sobre qué estamos haciendo para que los niños se conviertan en personas de bien, porque el mundo actual requiere de padres comprometidos en la educación de sus hijos para que no se pierdan y se transformen en seres humanos compasivos y empáticos, pero esto será una realidad en la medida que los progenitores tomen su responsabilidad en serio y formen en sus hijos valores cristianos, inculcados con amor.
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