Cualquiera que sea un devoto del Padre Pío o de San Miguel Arcángel en algún momento debe haber leído o visto en las redes sociales la estrecha relación del Capuchino con las criaturas celestiales. Uno de los mayores animadores para la práctica de la espiritualidad angélica de nuestro tiempo, el Padre Pío, nunca se cansó de exhortar a sus hijos espirituales y peregrinos a acercarse al mundo sobrenatural.
De hecho, el santo de Monte Gargano siempre sintió la presencia de su ángel de la guarda y puede contar con su poderosa ayuda durante toda su vida, en momentos de dolor y aflicción y en momentos de alegría. Fue precisamente este consejo el que dio a los que estaban cerca de él, para que entendieran la importancia de orar y volverse al mundo de los espíritus celestiales.
Padre Pío y San Miguel Arcángel
San Giovanni Rotondo, la comuna italiana donde el Padre Pío vivió durante más de cincuenta años, se encuentra a veinticinco kilómetros de la Gruta y Santuario de San Miguel Arcángel en el Monte San Ángel, el sitio que dio lugar al culto micaélico en Occidente.
El propio capuchino estuvo presente en peregrinación al famoso santuario, dirigiendo un grupo de seminaristas bajo su tutela. Se dice que a partir de esta peregrinación el santo estigmatizado tomó conciencia de su misión. Hay en la historia del Padre Pío un misterio que involucra un cierto "personaje oculto", un secreto que nunca reveló a nadie. Hay eventos muy importantes, como la transverberación y estigmatización, en los que contó con la participación del ser misterioso.
Los eruditos creen que es San Miguel Arcángel. Los episodios tuvieron lugar el 05 de agosto y el 18 de septiembre de 1918, tanto que el Padre Pío se refirió a este año como angustiante, desde un punto de vista espiritual y místico.
La transverberación
Se dice que en la noche del 05 de agosto de 1918, el Capuchino pasó por el sufrimiento de la transverberación, un fenómeno en el que el personaje oculto se le apareció, penetrando su pecho con una lanza puntiaguda extremadamente delgada. La transverberación es un evento de origen sobrenatural, muy raro en la historia de la Iglesia, famoso sobre todo por haber ocurrido con San Francisco de Asís, Santa Teresa de Jesús y San Padre Pío. El fenómeno ocurre en el alma del sujeto, pero los dolores se vuelven físicos también, como si fuera una herida de un amor inflamado por Dios, tanto que se informa que hay una especie de fuego en la punta de la lanza/jabalina.
Cuarenta y cinco días después de la transverberación, el Padre Pío recibió al mismo personaje misterioso, pero esta vez para recibir los signos de la Pasión. Es el propio Capuchino quien, al padre espiritual Padre Benedetto, le revela lo que le había sucedido en las fechas mencionadas:
"[...] ¿Qué puedo decir sobre lo que me preguntas, sobre cómo ocurrió mi crucifixión? Fue en la mañana del 20 del mes pasado, después de la celebración de la Santa Misa, cuando me sorprendió el resto, similar a un dulce sueño. Todos los sentidos internos y externos, así como las facultades mismas del alma, se encontraron en un silencio indescriptible. En todo esto había un silencio total a mi alrededor y dentro de mí. Una gran paz y abandono se apoderó inmediatamente [...]. Y mientras todo esto sucedía, vi un personaje misterioso ante mí, similar al que se vio en la noche del 5 de agosto, que difería solo porque tenía las manos, los pies y el costado goteando sangre. Verlo me aterrorizó; no podría decirte lo que sentí en ese momento. Sentí que me estaba muriendo, y habría muerto si el Señor no hubiera intervenido para sostener mi corazón, que sentía que latía con fuerza en mi pecho. La visión del personaje retrocede y noté que mis manos, pies y flanco estaban perforados y goteando sangre [...]".
Fomento de la devoción
Era común que el Padre Pío animara a los peregrinos a visitar la Gruta del Monte San Ángel. Él mismo decía: "Ve allí y saluda al Arcángel". A sus hijos espirituales, les inculcó en su corazón la devoción al ángel más importante del cielo, incluso repitiendo que San Miguel siempre estuvo allí. El capuchino, que en vida fue rechazado física y moralmente por el diablo, ciertamente contó con la ayuda de San Miguel en los momentos más cruciales de su santidad.
El diablo no dio tregua, ya que el compromiso del santo con los designios de Dios era de un carácter extraordinario. Cuando leemos la declaración de San Gregorio Magno sobre el Arcángel en la Homilía 34, entendemos cuánto usó el Padre Pío la protección de San Miguel para concluir su misión: "Cada vez que se trata de hacer cosas maravillosas, el enviado es Miguel, para implicar por sus acciones y por su nombre que nadie puede hacer aquello en lo que solo Dios es eficiente".