El cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca de Jerusalén, se ha declarado dispuesto a cambiar su vida por la de los niños israelíes rehenes de Hamás. "Estoy dispuesto a un intercambio, a cualquier cosa, si puede conducir a su libertad, a traer a estos niños a casa", declaró el patriarca en una entrevista concedida a varios periodistas italianos por videoconferencia el lunes 16 de octubre.
"Lo primero que hay que hacer es intentar conseguir la liberación de los rehenes, de lo contrario no habrá forma de evitar una escalada. Estamos dispuestos a ayudar, incluso yo personalmente", dijo, antes de subrayar que aún no había tenido ningún contacto directo con Hamás. "Es muy difícil porque, para mediar, se necesita gente con la que hablar. Y, por el momento, no es posible hablar con Hamás", admitió. Según cifras del ejército israelí, entre 150 y 200 personas, muchas de ellas niños, han sido secuestradas por Hamás desde que lanzó su gran ofensiva contra Israel el sábado 7 de octubre.
El Patriarca de Jerusalén también expresó su preocupación por la crisis humanitaria que se avecina como consecuencia de las represalias israelíes en la Franja de Gaza, y su temor a que el conflicto se extienda a otros países de Oriente Próximo, convirtiéndose en un conflicto regional "que implique no solo a Gaza, sino posiblemente a Cisjordania y Líbano". Monseñor Pizzaballa también se distanció de la postura mantenida hasta ahora por el Papa Francisco, nombrando a Hamás por su nombre: "Para ser claros, Hamás ha cometido actos de barbarie en Israel", reconoció.
Israel - Vaticano: relaciones delicadas
La Santa Sede solo reconoce al Estado de Israel desde 1993. Este reconocimiento se produjo 45 años después de que David Ben Gurion proclamara la independencia del Estado judío. Desde los inicios del sionismo, el Vaticano había expresado su firme oposición a la creación de un hogar judío en Palestina. Desde entonces, las relaciones diplomáticas entre ambas partes se han deteriorado. Aunque el Vaticano ha normalizado sus relaciones con Israel, al menos desde el pontificado de Juan Pablo II siempre ha apoyado la solución de crear un Estado palestino, buscando ante todo mantener la paz en la región que alberga los lugares santos del cristianismo.
En 2013, la Iglesia católica reconoció oficialmente a los Territorios Palestinos como Estado soberano, y en 2019, la Santa Sede reiteró su posición "respecto a la solución de dos Estados para dos pueblos como única vía para alcanzar una solución definitiva a este conflicto de larga data". Unas semanas antes del ataque de Hamás contra Israel, el arzobispo Paul Richard Gallagher, secretario de la Santa Sede para las Relaciones con los Estados, volvió a reclamar ante la ONU un plan de paz que satisfaga las aspiraciones de los palestinos, al tiempo que criticó la actitud "cada vez más autoritaria y militarmente invasiva del Estado de Israel".