El 9 de noviembre, la Iglesia católica inicia las celebraciones del mil 700 aniversario de la dedicación de la basílica de San Juan de Letrán en 2024. Este acontecimiento, que tuvo lugar en 324, fue el resultado de una convulsión en la historia de la Iglesia: con el Edicto de Milán en 313, el emperador Constantino autorizó por fin el culto cristiano tras años de persecución.
En 320, Constantino decidió donar al Papa Silvestre I un terreno en la colina de Letrán para que pudiera construir oficialmente una iglesia. Fue allí donde se inauguró la basílica del Santísimo Salvador el 9 de noviembre de 324. Se convirtió así en la primera iglesia consagrada públicamente. Desde entonces, se la considera la madre y cabeza de todas las iglesias: "Mater et caput omnium ecclesiarum", como reza el frontón de la basílica actual.
En aquella época, la arquitectura de la basílica de Letrán se basaba en la de las basílicas civiles, lugares de poder legal donde oficiaban los magistrados. Estos magistrados acostumbraban a sentarse en una cátedra, una silla cuyas dimensiones cambiaron considerablemente con el paso del tiempo: los primeros obispos hicieron suyo este mueble, hasta el punto de que acabó asociándose a su iglesia como signo de su autoridad. Se convirtió entonces en la "ecclesia cathedralis", origen del nombre de catedral.
Una "archibasílica"
Mientras que la construcción de la basílica vaticana, sobre la tumba de San Pedro, se inició en 326 y finalizó en 333, la basílica de Letrán fue el lugar donde se colocó la cátedra del Papa, convirtiéndose así en su catedral, y la primera de la historia. A veces también se la denomina "archibasílica" para resaltar su importancia.
La basílica de Letrán contiene un baptisterio dedicado a san Juan Bautista, y la basílica pasó a llamarse basílica de san Juan en el siglo VI en honor del Precursor. A partir del siglo XII, san Juan evangelista se asoció a la catedral. Aunque actualmente se la conoce como Basílica de san Juan de Letrán, su verdadero nombre es "Basílica del Santísimo Salvador y de los Santos Juan Bautista y Juan Evangelista".
Durante más de diez siglos, san Juan fue la iglesia principal de los papas y el palacio contiguo a su residencia, a pesar de dos saqueos de Roma en el siglo V, terremotos en los siglos X y XIV y un devastador incendio en 1308. Sin embargo, el papado de Aviñón cambió todo eso. Cuando Gregorio XI regresó de Aviñón en 1377 y encontró el palacio de Letrán en un estado insalubre, se trasladó a un nuevo palacio apostólico en el Vaticano. En el siglo XVI, Sixto V mandó demoler el antiguo palacio y construir uno nuevo, pero ya no era el palacio principal.
El signo de la primacía del Papa
Sin embargo, la Basílica sigue siendo el signo de la primacía del Papa: hasta finales del siglo XIX y la unificación italiana, los pontífices siempre fueron coronados en la Archibasílica de Letrán. A partir de la elección de León XIII, la ceremonia de entronización, coronación e inauguración del pontificado se trasladó a la basílica de San Pedro. El Papa tomó posesión de la cátedra de San Pedro como sucesor del Apóstol. Pero pocos días después, el nuevo pontífice se dirigió a Letrán para la "incathedratio", es decir, su instalación en la primera cátedra de la historia, en la que se convirtió oficialmente en obispo de Roma.
Otro signo de la importancia de Letrán es el hecho de que el Papa Francisco siga firmando sus textos en Letrán, como recordatorio de que sus decisiones están marcadas por su primacía episcopal como obispo de Roma.