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El mes de noviembre es rico en fiestas litúrgicas que nos hacen reflexionar sobre el sentido de nuestro camino de fe. Comenzamos con la solemnidad de Todos los Santos, que nos recuerda que estamos llamados a ser santos, como nuestro Padre es santo.
Luego celebramos la Fiesta de la Esperanza; en ella reflexionamos sobre la finitud de la vida humana y la recompensa eterna para los que creen en Jesús y en su gloriosa resurrección.
Por último, al final del año litúrgico, celebramos la solemnidad de Cristo Rey. Esta fiesta es una de las más importantes del calendario litúrgico y tiene un significado escatológico, ya que celebramos a Jesucristo como Rey y Señor de todo el universo.
Hoy vivimos en democracia. Los reyes que quedan no tienen poder, son figurativos. Pero recordemos que hubo un tiempo en que un rey era el soberano y tenía en sus manos el derecho sobre la vida de sus súbditos, como el imperio babilónico con Nabucodonosor, que dominaba toda una región. Del mismo modo, en el Imperio Romano, los Césares dominaban el mundo.
Un verdadero Rey
Esta fiesta es para situar a Jesús por encima de todos los emperadores que han existido. En lenguaje actual, es decir que Nuestro Señor Jesucristo es más grande que cualquier autoridad del mundo civil, por lo que para nosotros tiene que ser más grande que todos los valores que pueden hacernos perder de vista la eternidad. Perdemos este punto de referencia si no colocamos a Jesús en el centro de nuestra vida como soberano, como el Señor a quien servimos.
De lo contrario, la corrupción y la injusticia estarían justificadas. Si Jesús no fuera Aquel que está por encima de todo bien temporal, toda fuerza política y toda fuerza del mal, la riqueza y la pobreza sin nivel, la mentira, la muerte, el fingimiento y todo lo que está mal estarían justificados. Entonces, ¿por qué luchar? Seríamos estúpidos si lleváramos una vida de sufrimiento y resignación si Él no fuera el Señor. De hecho, Jesús es el Rey del Universo e, incluso antes de que todo fuera creado, Él ya existía, y cuando todo acabe, Él seguirá existiendo. Él es el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin (cf. Ap 22,13).
Un titulo de influencia y dominio
Rey es una palabra que significa poder, influencia, dominio, y este título se le da a Jesús. "El reino de los cielos se parece también a un tesoro escondido en el campo. Un hombre lo encuentra, pero lo vuelve a esconder. Entonces, lleno de alegría, va y vende todo lo que tiene para comprar ese campo" (Mt 13,44).
Jesús, Rey del Universo, tiene el mundo en sus manos, pero los seres humanos, en sus opciones -porque no creen en el Reino- no lo están cuidando bien. Nos lo ha dado para que lo administremos y no lo estamos haciendo bien. Muchos preguntan por qué Dios no interviene enseguida, no juzga a los buenos y a los malos, hace limpieza enseguida…. la razón es que Dios hizo a su Hijo Rey y Buen Pastor.
Proclamemos el señorío de Jesús dejándole reinar en nuestras vidas, practicando el amor, el derecho y la justicia.