Quizás hayas oído hablar de los famosos cursos "modo monje" que ofrecen algunas de las universidades privadas más prestigiosas de los Estados Unidos (las que forman parte de la famosa Ivy League).
El profesor Justin McDaniel ha impartido durante 21 años en la Universidad de Pensilvania el curso "Viviendo intencionalmente: monjes, santos y la vida contemplativa". Regularmente tiene más de doscientos estudiantes que solicitan realizar el curso — el proceso de selección implica un ensayo y una entrevista con el profesor — pero, al final, el curso está disponible únicamente para 14 alumnos.
Los estudiantes del curso se comprometen a vivir una serie de prácticas ascéticas. En una entrevista con Aleteia, McDaniel explicó en qué consiste este compromiso: "Se levantan a las 5:30 de la mañana, hacen voto de silencio, y viven sin Internet, radio o televisión. Me entregan sus teléfonos durante un mes. Los guardo en una caja fuerte. Cuando es de noche, no pueden comer. Solo pueden comer durante las horas de luz solar. Y tienen restricciones sobre lo que pueden comer: no sobre la cantidad, sino sobre los tipos de alimentos. Hay muchas restricciones".
¿Por qué es tan popular?
Al leer esa lista de restricciones uno se pregunta por qué un joven universitario puede elegir algo así. Es más, ¿cómo puede suscitar tanto interés un curso que implica tantas privaciones?
La respuesta a esta pregunta fue precisamente el motivo que inspiró el desarrollo de este curso. Profesor de estudios religiosos, McDaniel se dio cuenta de que los estudiantes a menudo estaban confundidos y sentían una gran curiosidad en los cursos en los que se hablaba sobre el monacato.
"Puedes buscar razones psicológicas, económicas y sociológicas por las que la gente elige las austeridades y la renuncia, pero estas explicaciones palidecen en comparación con la experiencia vivida", explica el profesor. "Así que me dije, ‘¿Por qué no intentamos hacer esto nosotros mismos?’".
La experiencia de los primeros estudiantes disparó la popularidad del curso. "Muchos estudiantes dijeron que es la mejor clase que han tomado", recuerda el profesor. "Describen cómo han crecido en concentración al final de la clase, y todos constatan mejores niveles de paz y bienestar. La mayoría dice que también les va mejor en sus otros cursos".
El auge en la popularidad de este curso ha llevado a la adopción del término "modo monje"(monk mode, en inglés) que, fundamentalmente, consiste en dedicarse a una sola tarea sin la intromisión de tecnología ni otras distracciones.
Lo que anhelan los jóvenes
McDaniel ha aprendido mucho sobre los jóvenes en los años en que ha impartido este curso: son capaces de una extraordinaria autonegación e incluso ansían la paz y la claridad que esto trae. "Subestimamos a muchos jóvenes como adictos a las redes sociales o desorganizados, pensando que no pueden concentrarse, pero yo he visto lo contrario", confiesa.
En esta era de información implacable y distracciones, "anhelan tiempo de tranquilidad y, como dice uno de mis estudiantes, ‘una vida de monotarea’. Así que se da un sincero entusiasmo entre los estudiantes por descubrirlo y vivirlo. Deberíamos tomar en serio a nuestros jóvenes como individuos reflexivos, introspectivos y solidarios".
Como dice el profesor McDaniel, tenemos que ser cautos para no subestimar a los jóvenes solo porque su jerga o tendencias de moda nos parecen desconocidas. A menudo, los jóvenes dan el ejemplo, como el beato Carlo Acutis o santa Teresita del Niño Jesús.
Para los jóvenes que buscan la grandeza, la Escritura tiene estas palabras de ánimo: "Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza" (1 Timoteo 4, 12).
Y para aquellos de nosotros que quizás ya no seamos tan jóvenes, la clase del profesor McDaniel nos muestra lo que pueden hacer los jóvenes, y aún más importante, lo que desean y anhelan hacer. Han sido hechos para la grandeza, y con un poco de aliento y orientación, pueden perseguirla.